Por María Melba Calero
Una mezcla de aprendizaje y deseos de poseer un proyecto personal fueron los motores que lo impulsaron a crear su propia empresa. Antes de iniciar su aventura, William Bartlett tuvo la suerte de trabajar en una empresa pequeña, y esto le permitió acumular experiencia en áreas como ventas y logística.
Por otro lado, su padre fue un ejemplo para él. Este siempre fue un hombre de negocios, dedicado a bienes y raíces y también poseía inversiones en la bolsa de valores de Nueva York. No obstante, cuando William tenía 21 años, su padre sufrió una gran pérdida económica, lo cual despertó en él un deseo de crear su propio patrimonio.
Desde ese entonces empezó una incansable búsqueda de ideas que pudieran darle vida a sus sueños, sin embargo ninguna de las que encontraba por su paso le parecía buena. “Lo único que sabía hacer era lo que aprendí en la empresa para la que yo trabajaba en ese entonces y para mí poner competencia a mis ex empleadores no era una opción”, expresa Bartlett.
La idea
Entonces, ¿cómo logró decidirse por una idea? primero definió sus intereses, y en lo que se consideraba bueno. Una vez claro de lo anterior, empezó a investigar si el producto o servicio tenía demanda y posteriormente recorrió las tiendas que eran su competencia para visualizar las debilidades que tenían.
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“Aconsejo visitar las mejores tiendas que ofrecen el producto o servicio de tu interés, tratar de identificar qué es lo que te gusta de lo que te ofrece esa empresa, pero lo más importante es darte cuenta de lo que no te están ofreciendo. Eso puede ser una mala atención al cliente, una mala asesoría, precios caros y si logras identificar esas debilidades en el mercado, tu idea de negocio se vuelve más factible”, cuenta Bartlett.
En junio del 2004 se le presento la oportunidad que tanto estaba esperando, la cual se resumía en hacer lo mismo que ya sabía hacer pero en Nicaragua, entonces solicitó un préstamo y decidió aventurarse, sin saber que su empresa tendría buena aceptación en el país centroamericano.
Así nació Distelsa, una empresa que ofrece productos y servicios en las áreas de telecomunicaciones, encargándose de construir la red interna del cliente, ya sea de fibra óptica o de cobre. Además distribuyen productos eléctricos de media y baja tensión, productos de control y automatización industrial.
Los retos
Para William, los principales retos que ha tenido fue venir a un país que no conocía, sin su familia y prepararse en el manejo sus finanzas sin embargo ha aprendido que cuando se emprende siempre se pierde varias veces y no hay que darse por vencido, aun cuando la crisis económica aceche.
“Esto es lo más difícil de aceptar, ya que muchos se quedan en el camino por la razón que pierden una vez y se dan por vencidos. Para los negocios no existe una formula única, si todos tuviéramos esa fórmula y todos fuéramos empresarios. En el camino uno sacrifica cosas muy importantes como tiempo con seres queridos, vida social, gustos personales. Aprendí que para querer ganar, uno se tiene que sacrificar”, manifiesta Bartlett.
Dentro de cinco años se visualiza con más tiempo para estar con su familia, con una empresa más grande y con menos dependencia de él para tomar decisiones. Asimismo, recomienda a los emprendedores conseguir un mentor que los guíe en base a su experiencia para prevenir algunos errores que pudieran poner fin al viaje de emprender.
“En resumen, busca lo que te apasiona, ten seguro que el producto o servicio que quieres lanzar tiene mercado, involúcrate en el producto lo más que puedas. De ser posible, trabajar antes en un trabajo formal que tenga relación con lo que quieras emprender, la experiencia es muy importante. El deseo sin experiencia puede ser peligroso, especialmente si piensas emprender con un préstamo bancario o familiar”, aconseja.
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