Un modelo estratégico diferente es clave para el desarrollo económico
- Walter Rivera
- 5 feb
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A principios del siglo XXI, los líderes mundiales se comprometieron a erradicar la pobreza y el hambre, estableciendo ambiciosos objetivos para 2030. Sin embargo, al acercarnos a esa fecha, queda claro que estos objetivos no se cumplirán. Las proyecciones actuales indican que las economías en desarrollo enfrentan las perspectivas de crecimiento a largo plazo más débiles desde principios de siglo.

(M&T)-. Durante las primeras décadas del siglo XXI, las economías en desarrollo experimentaron un crecimiento notable, duplicando su participación en el PIB mundial del 25% en 2000 a casi el 50% en la actualidad. Sin embargo, este impulso se ha debilitado desde la crisis financiera de 2008-09. El crecimiento económico disminuyó del 5,9% en la década de 2000 al 3,5% en la de 2020.
Desde 2014, excluyendo a China e India, los ingresos per cápita en estas economías han sido medio punto porcentual más bajos que en las economías ricas, ampliando la brecha entre ricos y pobres.
Varios factores contribuyen a este estancamiento:
Estancamiento de reformas internas : Las reformas estructurales se han ralentizado, limitando el potencial de crecimiento.
Aumento de la deuda pública : El gasto en infraestructura ha incrementado la deuda sin un aumento proporcional en los ingresos.
Debilitamiento de la integración económica global : Los flujos de inversión extranjera directa hacia estas economías son hoy solo la mitad de los niveles de la década de 2000.
Incremento de restricciones comerciales : En 2024, las nuevas restricciones al comercio internacional fueron cinco veces más que el promedio de 2010-19.
Las economías de ingreso bajo, donde reside más del 40% de la población que vive con menos de USD 2,15 al día, han sido las más afectadas. Su progreso se ha estancado debido a conflictos, crisis económicas frecuentes y un crecimiento persistentemente débil. Aunque 39 países han avanzado a la categoría de ingreso mediano desde el inicio del siglo, muchos aún enfrentan desafíos significativos para lograr un desarrollo sostenible.
Ante este panorama, es evidente que las estrategias tradicionales ya no son efectivas. Las economías en desarrollo necesitan un nuevo modelo estratégico que aborde estos desafíos y promueva un crecimiento inclusivo y sostenible. Este nuevo enfoque debe centrarse en reformas internas que impulsen la inversión privada, profundicen las relaciones comerciales y promuevan el uso eficiente del capital, el talento y la energía.
En resumen, para evitar una "década perdida" y cerrar la brecha con las economías avanzadas, las economías en desarrollo deben adoptar un nuevo manual estratégico que les permita adaptarse a las realidades actuales y futuras del entorno económico global.
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