(M&T)-. Durante 2020, la extraordinaria situación generada por la pandemia de la Covid-19 impulsó algunas variaciones positivas en los índices de delitos contra la propiedad, pero en Costa Rica —a diferencia de otros países de la región como El Salvador, Guatemala y Honduras— no se registró disminución en cuanto a los homicidios.
Según la información que provee el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), de enero a diciembre de 2020 se registraron 570 víctimas de homicidio frente a las 564 del 2019. “Para cualquier país, el índice de homicidios es sinónimo de seguridad por lo que mantenerlo bajo es siempre uno de los principales desafíos”, explicó Fernando Gamboa, asesor ejecutivo de EULEN Seguridad.
Como especialistas en el sector, con más de 45 años de experiencia internacional, EULEN Seguridad —empresa que opera en Costa Rica y es parte de la multinacional de origen español Grupo EULEN— realiza periódicamente análisis de riesgos y contexto nacional de seguridad en los mercados en los que brinda este servicio.
En el caso de Costa Rica, entre los principales retos que se vislumbran en esta materia para el 2021 destaca la necesidad de avanzar en la disminución de delitos, especialmente homicidios, siguiendo la tendencia que se venía dando desde 2018.
De acuerdo con Fernando Gamboa, la estrategia de seguridad preventiva ejecutada por la Fuerza Pública en 2019, con megaoperativos en zonas estratégicas, dio resultados positivos: “Las autoridades implementaron un sistema de análisis de información y basados en datos montaron operativos sorpresa, que resultaron en detenciones y decomisos de armas”.
En 2020, la pandemia y el confinamiento contribuyeron con la disminución de los delitos contra la propiedad. Según datos del OIJ el efecto de las medidas restrictivas se hizo evidente a partir de marzo y se mantuvo durante los meses siguientes alcanzando en hurtos y asaltos una disminución porcentual del 37% si se comparan las cifras de enero-septiembre de 2019 frente a las de 2020.
También el robo de vehículo (-33%), la tacha de vehículo (-31%) y el robo (-24%) tuvieron significativas reducciones. Los asaltos registrados en el 2020 fueron 9874. De estos el 74% fueron a personas y el 46% involucraron armas de fuego.
“El efecto del confinamiento es evidente: en Costa Rica la mayor parte de los asaltos se producen de persona a persona. Entonces, si hay menos gente en las calles los asaltos van a disminuir y los que ocurren en casas también, porque las personas están ocupándolas. Igualmente el robo de vehículos se reduce con la menor circulación”, agregó Gamboa.
Por el contrario, las condiciones generadas por la pandemia no tuvieron el mismo impacto en el accionar de los grupos criminales organizados.
“Aún en pandemia, estos grupos siguieron operando y cometiendo asesinatos. Recordemos que en Costa Rica el grueso de los homicidios corresponde al narcotráfico, al crimen organizado”, explicó el experto.
Las cifras publicadas por el OIJ permiten establecer que, de los 470 homicidios perpetrados en 2020, 297 fueron por ajuste de cuentas (52%), mientras que en 2019 esta cifra fue de 269.
Narcotráfico
El segundo desafío es la lucha contra el narcotráfico. De acuerdo con Gamboa, el 90% del tráfico de drogas en el mundo se realiza a través de contenedores, utilizando la vía marítima y terrestre.
En 2020, Costa Rica triplicó la cantidad de cocaína decomisada en contenedores (19885 Kg en 2020 vs. 5927 kg en 2019) hecho que las autoridades atribuyen al trabajo de inteligencia conjunta con otros países, como así también a la mayor disposición de equipos, embarcaciones y personal capacitado.
Fernando Gamboa, de EULEN Seguridad, apunta que en la lectura de estos datos también deben considerarse otras variables, como el aumento de la producción y envíos desde Colombia: “El último informe Mundial sobre Drogas de la ONU presentado en junio de 2020 indicaba que tanto el cultivo del arbusto como la producción mundial de cocaína estaban en máximos históricos”.
En cuanto al impacto de la pandemia, la reducción del tráfico aéreo llevó a aumentar los envíos por barco por lo que esta variable se vuelve aún más relevante. “Es clave continuar trabajando por el control en los puertos”, aseguró Gamboa.
Movilización Social
Un tercer reto, especialmente relevante en el contexto actual, es el relacionado con situaciones de movilización social. La crisis económica y fiscal se vio agudizada por la pandemia y la confirmación del proceso de negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha exacerbado aún más los posibles focos de conflicto. Sindicatos, colectivos sociales y organizaciones que protagonizaron bloqueos y protestas violentas durante el 2020 han confirmado su intención de repetir estas prácticas.
“En estas situaciones es muy importante tener planes de contingencia de seguridad, sobre todo cuando se trata de organizaciones o empresas, ya que estos hechos pueden iniciar sin violencia y terminar en saqueos”, comentó Gamboa.
Si bien el Ministerio de Seguridad atiende estos posibles eventos a partir del despliegue de la Fuerza Pública, los responsables de la seguridad privada también deben realizar el análisis de riesgos y definir acciones en forma proactiva para proteger los activos tangibles e intangibles de las empresas a las que brindan servicio.
“El primer paso es monitorear la situación y realizar una lectura estratégica de lo que está comentándose en redes sociales. Es importante saber leer los mensajes de los líderes y llevar el termómetro de los hechos, sin entrar en pánico. En cuanto a las acciones, dependiendo de dónde se encuentra la propiedad de la compañía se realizan patrullajes y se definen cierres u otras actividades”, amplió el experto de EULEN Seguridad.
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