Un artículo publicado por el World Ecnomic Forum pesenta la realidad del día a día de millones de mujeres que trabajan y se desenvuelven en un mundo que pareciera ser solo para hombres. Más allá de las consignas igualitarias, miles de efectos del machismo siguen por debajo del radar y repercuten en la salud, el acceso a la tecnología, la economía y otros aspectos.
La brecha de género es poliédrica y muchas veces nos pasa desapercibida, explica la periodista y activista inglesa Caroline Criado Perez en su libro La mujer invisible (Seix Barral), que repasa prolijamente la desigualdad cotidiana. Una de las primeras cosas que la sacudieron fue el lenguaje, pero lo que la movió a escribir su libro fue conocer la invisibilidad de la mujer en la medicina.
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“Cardiología, donde se dio la voz de alarma en los años 90 porque más mujeres morían de infarto al tener síntomas no iguales a los hombres, es de las áreas donde más se ha avanzado; pero muchas guías de actuación clínica siguen sin abordar las diferencias de género en muchas áreas”, corrobora Carme Valls-Llobet, médica y pionera en España en subrayar los efectos negativos de esa invisibilidad en la salud.
Esta es una serie de ejemplos de sesgo masculino extraídos del libro de Criado y de otras fuentes:
Guerreros… ¿o guerreras? Siempre ha existido el paradigma del hombre guerrero. Durante cien años se dio por hecho que un esqueleto vikingo del siglo X era de hombre por estar enterrado con armas. En 2017 se probó que era de mujer, pero hay quien aún lo cuestiona. Igualmente, el 37% de los restos funerarios de guerreros escitas se ha probado que son femeninos. Ellas dieron pie al mito de las amazonas.
Traducciones masculinas. En inglés, muchas palabras no diferencian el género, pero sistemáticamente los traductores las masculinizan.
Menos seguridad al volante. Las conductoras tienen un riesgo un 47% mayor que los hombres de sufrir lesiones graves en caso de accidente porque conducen “mal colocadas”, más tiradas para adelante para ver bien o llegar bien a los pedales, según estudió la Universidad de Virginia. Hasta el 2011 en EE.UU. no se usaron maniquíes de mujer en las pruebas de seguridad de vehículos. Aún ahora en muchos lugares no se usan o sólo para el asiento de copiloto.
Acoso en el transporte. Un 90% de mujeres, en un estudio en Francia en 2016, dijo haber sufrido alguna vez acoso sexual en el transporte público.
Termostato para hombres. El estándar de la temperatura de una oficina se midió en los años 60 a partir de la tasa metabólica de un hombre en reposo de 40 años y 70 kilos; más adecuada para las mujeres serían unos 5ºC más.
Contadores de calorías. Muchos aparatos de gimnasio y contadores de calorías se ajustaron a un cuerpo de 70 kilos (talla media de hombre). Para contar bien el gasto energético, hay que asegurarse de que discriminan según sexo, peso y talla.
Tele infantil. Un estudio del 2007 en EUA sobre 25,439 personajes de la televisión infantil mostró que sólo eran femeninos el 13% de los que no eran humanos y el 32% de los humanos.
Estos son algunos ejemplos que en el día a día se toman como comunes y cotidianos, menos visibles que otros como el poco acceso que muchas mujeres tienen a puestos laborales o la brecha salarial, pese a que las mujeres se capacitan de igual manera, y muchas veces hasta más, que los hombres para ejecutar cargos de autoridad.
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