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Reinventar, negociar y luchar por las mujeres

Daniela Raffo

Mientras esperaba que la entrevistaran para su beca universitaria de economía, Miosotis encontró una revista con un artículo sobre Producto Interno Bruto y lo leyó entero. Cuando pasó a la entrevista deslumbró con los datos. Contestó tan segura que se lo comentaron a su papá “tu hija sabe muy bien la carrera que eligió”. También sabía muy bien para qué lado iba a ir esa carrera y no fue hacia el Banco Central –maletín en mano- como alguna vez imaginó su mamá.

Miosotis Rivas Peña es la directora ejecutiva de Cenpromype, el Centro Regional para la Promoción de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa y su pasión -su gran pasión- es trabajar por los derechos de las mujeres donde quiera que se encuentre.  Desde su economía y esta vez desde El Sistema de la Integración Centroamericana. Lo ha hecho desde todos los cargos: su nombre siempre está asociado a mujeres, a desarrollo, a integración, a políticas públicas, a Consejo de Ministras, a ONU, a Centroamérica y El Caribe.

Miosotis nació en República Dominicana, en  la provincia de Monte Cristi, y se crió en un pueblo que se llamó Manzanillo . Era un pueblo bananero, un pueblo con puerto, con olor a sal, con playa y con una única planta eléctrica que más valía que funcionara, -los repuestos había que buscarlos fuera del país- señala, imaginando su playa.

Recién cuando salió de República Dominicana tuvo que empezar a explicar su nombre y para hacerlo tiene dos versiones: la romántica, una película que vieron sus padres donde un joven se salva de morir ahogado porque su novia le arroja un ramo de flores, un ramo de miosotis. La otra, la más popular, quizás la más segura, es que lleva puesto el nombre de la protagonista de una novela de los años 60 “Renzo, el gitano”.

Cada vez que llegaba al aeropuerto de Miami, siempre que leían su nombre en el pasaporte, los latinos de migración le decían “ay su mamá vio ‘Renzo el gitano’”, cuenta. Miosotis también significa “no me olvides”. Y a ese significado sí parece que le hace honor.

La primera vez que estuvo en El Salvador (sede de CENPROMYPE) fue del 2007 al 2014 como Secretaria Técnica de la Mujer en el Consejo de Ministras de la Mujer de Centroamérica en el Sistema de Integración Centroamericana, SICA y desde el país más chiquito armó y promocionó la política regional de igualdad y equidad de género, con una perspectiva transversal, que incluyó formación del personal y ayuda al desarrollo de empresarias y emprendedoras.

Hoy, después de haber sido elegida por consenso para el cargo de directora ejecutiva de Cenpromype en el 2017, trabaja para apoyar y dinamizar las micro y pequeñas empresas y esas empresas, en la región. Donde las micro y pequeñas empresas tienen rostro de mujer, siendo un segmento empresarial donde hay más dirigiéndolas.

“A las mujeres somos “multitask”, explica con ese acento dominicano de “tú sabe”. “Tradicionalmente nos ha tocado hacer de todo: en las casas hacemos que todo el mundo esté bien planchado, limpio, que la gente estudie, que saque buenas notas, que el otro esté bien comido… y eso lo hacemos cuando vamos al mundo empresarial. Si aprendemos algo lo ponemos siempre a disposición, no nos guardamos nada, eso es importante”, comenta.

Como ejemplo pone una tormenta que marcó a El Salvador en el año 2010, cuando teminaron los días de lluvia tras lluvia las primeras que salieron a trabajar fueron las mujeres, los primeros puestos del mercado fueron de mujeres. “Y esa actitud dinamiza”, dice.

El segundo nombre de Miosotis es Mercelia, una combinación de los nombres de sus dos abuelas: Mercedes y Aurelia. “Tengo la fuerza de las ancestras, el legado de ellas, dos mujeres muy valientes que salieron adelante con sus hijos”, asegura.

Y también tuvo a su mamá. Era maestra de primer curso y sus clases eran mágicas: en el aula cantaba, bailaba, contaba historias. Los padres se peleaban para que sus hijos aprendieran con ella.  “También era una mujer con un alto compromiso político, daba en el pueblo grandes discursos, manejaba, cuando casi las mujeres no manejaban, iba a la universidad, tú sabes, era una mamá súper diferente”, sostiene.

Miosotis imagina que podría haber sido alcaldesa o gobernadora, pero cuando ella tenía 10 años su mamá enfermó de temas mentales y comenzó con crisis horribles, duras de tener y duras de ver, sobre todo para una niña. Dejaron Manzanillo y se mudaron a Santo Domingo, la capital, allí había más oportunidades y si algo tenían en claro los Rivas Peña es que querían una buena educación para sus hijos.

Una vez cada mes, Miosotis salía de la escuela y se tomaba un bus para volver a su pueblito de infancia. A sus diez años, varias responsabilidades le cayeron encima. Recorría los más de 290 kilómetros, en un trayecto de más de cinco horas a su pueblo natal, para cobrar el cheque de pensión de su madre enferma.

Si su mamá tenía una crisis, ella se quedaba en el hospital – su papá y sus hermanos no podían; no permitían hombres a la noche- y al día siguiente iba a su casa, preparaba el desayuno para sus hermanos y se iba a la universidad. A los 16 años llevaba todas las cuentas bancarias y tomaba decisiones en temas financieros de su casa. La gente que la conoció en esa época la recuerda como decidida, como alguien que conseguía lo que quería. Su carácter de líder se formó ahí, por la vida. “O a puro coñazo, como decimos nosotros”, asegura.

 Miosotis es economista, sin embargo, se define como estratega. Cuando fue Oficial Nacional del Programa ONU Mujeres, bajo su coordinación, los recursos del programa pasaron -del año 2016 al siguiente- de US$105 mil a casi US$500 mil.

Pone la economía al servicio del bien común, la suya es una economía que negocia, que propone soluciones; una economía de jean y no de trajes y tacos.

Miosotis es feminista. Finalizó la universidad en el 92, se graduó al año siguiente, a sus 19 años y enseguida empezó a trabajar como asistente en el Centro de Investigaciones para El Caribe, CIECA, en República Dominicana. Ella era la única entre hombres y, como era una entidad que apoyaba a la sociedad civil, siempre que llegaban los temas de derecho de la mujer la mandaban “tú eres la mujer vete tú”. Así comenzó a acercarse al tema.

En el 99 ya no era asistente sino investigadora del CIECA y como el centro estaba trabajando las negociaciones del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, ALCA, se formó un comité de mujeres  a nivel hemisférico, Miosotis fue elegida como la primera coordinadora regional. Esa fue su oportunidad para conocer a las feministas más destacadas del continente que estaban trabajando en hacer la diferencia. “Ahí me fui haciendo un expertiz y la vida me fue llevando, porque yo dejo que la vida me lleve”, asegura.

Tiene una maestría en Género y Desarrollo, un Magíster en Desarrollo Humano, un Máster en Política Económica, los objetivos claros y un método: no impone, dialoga y demuestra.

El programa insignia de Cenpromype es la Empresarialidad Femenina que transfiere una metodología de atención a las mujeres empresarias. Se estima que el 98 por ciento de las empresas de Centroamércia son mipymes y generan un 54 por ciento del empleo en la región. Más de la mitad son lideradas por mujeres que son responsables, nada menos, que de 3.2 millones de empleos. El programa es apoyado desde diferentes frentes por el Gran Ducado de Luxemburgo, el Departamento de Estado de los Estados Unidos y la Unión Europea.

Miosotis convence, negocia, reinventa entornos. Dice que quiere dejar una huella. Dice que su nombre significa, No me olvides.

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