Al imaginar una vía ferroviaria y al posicionarse en ella, es usual interpretar que ambos rieles se trasladan hacia adelante, los cuales, por definición misma son establecidos por dos rectas paralelas que nunca deben converger entre si.
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Por: Dr. Juan Diego Sánchez Sánchez, Ph.D
Asesor y analista financiero, abogado, profesor e investigador
(M&T)-. Ante esto, para que sea funcional el medio de transporte estas deben ser adyacentes una a la otra, no obstante, al realizar esta observación, la ilusión óptica parece señalar que en el punto más distante del horizonte observable, ambas vías parecen unirse, o bien, ser convergentes, implicando una posible unión más allá de la realidad evidente.
El concepto antes indicado es conocido como las rectas de convergencia de puntos infinitos, las cuales, aunque inician en su génesis como dos curvas paralelas sin contacto alguno, en un determinado momento del horizonte posible de eventos llegan a ser convergentes, pero por escenarios o precisiones puntuales generadas hacia el infinito.
Esto implica su intersección en una realidad diferente a aquella observable por la planificación evidente, es decir, para la obtención de estos puntos hipotéticos no resulta suficiente la reflexión o proyección simple, sino que se requiere de técnicas de captación mucho más potentes, pues en esencia, se estaría ante situaciones indeterminadas pero posibles, que incluso tienen una relación con el concepto del entrelazamiento cuántico.
Lo anterior refiere a un precepto de la mecánica cuántica, señalando que, al haber estado dos partículas, o bien, un sistema de estas previamente unido, aún cuando se separen por el espacio y el tiempo, siempre intercambian información a una escala cuántica. No obstante, para el caso de las rectas de convergencia de puntos infinitos parece que el concepto es aplicable de forma inversa, pues se inicia con dos curvas de eventos posibles sin interacción alguna entre si, donde a medida que su sucesión se acerca al infinito estos parecen estar entrelazados, evidenciando lo que implica ser un funcionamiento de escenarios indeterminados, pero de posible ocurrencia, que a su vez señalan una serie de eventos ajenos a la capacidad de una simple proyección probabilística.
Ahora bien, al ligar este concepto con factores conductuales económicos, entiéndase, temas tales como el consumo, las herramientas monetarias, el mercado, y claro está, las decisiones de compra de los consumidores, se estaría ante variables de corte conductual observables en las acciones humanas de las personas en un entorno determinado, mismas que evidencian el resultado final de una serie de factores convergentes, que en principio, no necesariamente se encuentran unidos entre ellos.
Este concepto refiere al fundamento de la ecuación de la densidad, misma que revela que una sucesión final de un hecho está en función de una serie de eventos que terminan por definir la densidad última observable, punto que puede ser extrapolable a todos los factores económicos, conductuales, e incluso neurales, que afectan una decisión de consumo económica.
El tema pudiese resultar complejo, pues en esencia, se estaría planteando la investigación económica de sucesos en total ligamen al entrelazamiento de todas las posibles variables que no denotan una unión directa al inicio de una eventual decisión de compra o consumo, lo cual y sin duda, implicaría una magnitud de datos más allá de la posibilidad de tabulación y análisis. Es en este punto donde entran a jugar las tecnologías cuánticas, tales como los visores de partículas, la metrología a un nivel cuántico, los relojes atómicos, y con especial atinencia, los ordenadores cuánticos, herramientas que permiten la obtención, correlación y corrida de análisis de datos indeterminados a efectos de plantear escenarios posibles a lo largo de una sucesión casi infinita de eventos, brindando así una mayor amplitud de eventuales cruces de información.
Este concepto refiere a los escenarios entrelazados de indeterminación cuántica, mismos que plantean una alternativa bastante válida para el establecimiento de diversas simulaciones, donde aún los puntos de convergencia en rectas infinitas parecen poder ser precisados, señalando los cruces de información a un nivel subatómico, y explicando los comportamientos económicos individuales y grupales, esto desde el establecimiento de los escenarios probables de acción de la persona, sumado y sustentado al uso de datos neurales que son extraíbles por tecnologías tales como las cámaras térmicas de encefalógrafo, eyetracker o respuesta galvánica.
Las alternativas y posibilidades en el estudio de la conducta neuroeconómica por medio de tecnologías y datos cuánticos es de gran alcance, y con la apertura para observar escenarios casi infinitos, no obstante, como todo estado del arte el costo parece ser una limitante, pues su adquisición aún denota un precio alto, sin embargo, a medida que la técnica evoluciona, estas herramientas suelen presentar valores más accesibles.
Siendo así, no puede descartarse, sino más bien, vale preguntarse si el próximo paso para la evaluación de conductas y el análisis económico de las personas encuentra su futuro en el análisis de escenarios y entrelazamientos infinitos.
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