Un motor económico que no encuentra el terreno adecuado para desarrollar toda su potencia. Las pymes representan en torno al 99% de las empresas latinoamericanas y suman alrededor del 60% del empleo, pero su actividad apenas supone una cuarta parte del PIB regional. Son cifras que hablan de una región en la que la decidida vocación emprendedora está lastrada por la fuerte presencia de la actividad informal y no encuentra un terreno suficientemente abonado para crecer y subirse en marcha al imparable tren de la digitalización.
Esta semana se celebraba en Buenos Aires una cumbre empresarial para identificar esos problemas que frenan el desarrollo de las pymes iberoamericanas y encontrar palancas que impulsen su despegue. Los distintos actos -organizados por el Gobierno argentino, Segib, CEIB-CEOE, la Unión Industrial Argentina (UIA), la Cámara de España en Argentina, la Federación Iberoamericana de Jóvenes Empresarios (FIJE) y Ceaje-, concluyeron con la celebración del «III Foro Iberoamericano de la Mipyme», el espacio para poner en común todas las reflexiones sobre una transformación productiva inaplazable para ampliar horizontes.
Aunque existen diferencias significativas entre los distintos países, algunos males fueron señalados como recurrentes. Es el caso del reducido comercio interregional, que representa un 16% del total en Latinoamérica , y el escaso desarrollo de las infraestructuras.
“Las pymes latinoamericanas cuentan con una gran desventaja frente a sus homólogas de otras regiones comercialmente más integradas, como son la UE, Nafta y Asena, en los ámbitos relacionados con la información, la homologación de productos y la logística», explica Gerardo Cuerva, vicepresidente de CEOE y presidente de Cepyme.
Por otro lado insistieron en que los procesos de integración regional son importantes, pues no solo implican la eliminación de aranceles sino también la erradicación de barreras no arancelarias, la homologación de estándares y la unificación de los procedimientos administrativos. “Estos últimos factores adquieren una especial trascendencia para las pymes que, a diferencia de las grandes empresas,no disponen de las estructuras ni de los medios para operar en entornos normativos complejos», subraya Cuerva.
En definitiva, la integración conlleva una simplificación clave para que las pymes puedan traspasar fronteras. «Y es la mejor vía para reforzar las cadenas de valor regionales, que no solo son importantes para impulsar el comercio sino también las inversiones regionales, así como facilitar, en una fase posterior, la inserción de las pymes latinoamericanas a las cadenas de valor globales», explica el vicepresidente de CEOE.
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El objetivo es cooperar en lo local para competir a nivel mundial, pero de momento las pymes se topan con un marco desestructurado que dificulta el camino hacia la Cuarta Revolución Industrial. «El problema no es la falta de emprendimiento, sino la falta de infraestructura de mercado que apoye el desarrollo y crecimiento de las pymes, y la escasa incorporación de las mismas a la economía digital, algo que incluso afecta a las empresas grandes y formales», explica Rebeca Grynspan, secretaria general de Segib.
Mientras la empresa promedio de un país desarrollado dedica un 4% de sus ventas a la innovación, en América Latina esa cifra alcanza apenas el 2,5%. «Es urgente duplicar nuestra inversión en infraestructuras y logística y cuadruplicar nuestra inversión en investigación y desarrollo, así como universalizar el acceso a internet para cerrar la brecha frente a nuestros competidores», apunta Grynspan.
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