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Plásticos biodegradables: ¿Realmente son una solución?

Por: Víctor Muro, Prensa y Comunicaciones en Global Innovation Consulting (GIC)

(M&T) -Las principales marcas entregadas al consumo de alimentos no perecibles se encuentran en una carrera por cooperar con la restauración del medio ambiente y la desaceleración de la contaminación marina. No ha de sorprendernos que poco a poco los supermercados y principales puntos de venta esten saturados de productos que en el envase cuenten con el logo de biodegradabilidad. Por lo general, estos envases tienen una materia muy delgada que nos brinda la sensación de seguridad al momento de desecharlos y dar por terminada su vida útil. Global Innovation Consulting, empresa que cuenta una propuesta disruptiva capaz de brindar información de valor que los algoritmos no descifran o que los más expertos no obtienen para solucionar cualquier dolor para las empresas, explica que el plástico, material muy utilizado y promocionado como ‘poco contaminador’ no cumple con su tarea al cien por ciento.

Es prudente informar en qué consiste el término de biodegradabilidad. Este proceso permite que un producto sea consumido completamente por microorganismos u hongos, es decir, organismos que tengan vida que realicen la transformación de los elementos químicos procesados en elementos químicos naturales, integrándose al ciclo natural de carbono que ha sustentado la vida durante millones de años. Es importante reconocer que existen dos tipos de procesos de biodegradabilidad: aeróbicas y anaeróbicas, la primera significa con oxígeno y la segunda sin oxígeno.

En este contexto, son los plásticos biodegradables los que atraviesan el proceso anaeróbico y produce metano que contribuye al efecto invernadero, lo cual agiganta los pasos en la evolución del calentamiento global. Si bien, el plástico biodegradable parece ser más perjudicial que beneficioso es necesario dividirlo en tres grupos que ayuden a diferenciar sus composiciones:

En primer lugar, se encuentra el plástico convencional, aquel con el que el ser humano tiene contacto en mayor promedio durante su vida cotidiana. Este plástico se realiza a partir de materia prima que no se puede renovar, por ejemplo, el petróleo. Este material atenta contra la vida, ya que intoxica a los seres vivos que la consumen, ya sea una persona cuando lo ingiere o un animal que no es consciente de que es lo que toma como alimento. Los plásticos convencionales no encuentran una caducidad rápida en el medio ambiente, la única manera de que comiencen un proceso de biodegradación es por medio de la radiación solar, algo que a la larga también es dañino para el planeta.

En segundo lugar, se encuentran los plásticos convencionales con un ‘toque verde’. A pesar de seguir siendo no renovables se encuentran forzados a serlo. Las fábricas y las empresas industrializadas agregan aditivos a los plásticos para que estos puedan degradarse de manera antinatural, esto causa que el problema se duplique, ya que este plástico tardará en desaparecer y puede ir a parar a zonas donde existan ecosistemas, por ejemplo, el océano. Si le agregamos que estos aditivos son artificiales, podemos asegurar que contaminan la fauna y la flora, elementos fundamentales para la renovación del medio ambiente.

En tercer lugar, se podría afirmar que existen plásticos degradables, pero que realmente no brindan una solución total al problema. Son fabricados a partir de materias primas renovables, por ejemplo, vegetales y tubérculos, pero de alguna u otra manera deben ser expuestos ante químicos que permitan darles forma y contextura, lo que hace que la materia sea reacia a la desintegración por completo.


¿Por qué es tan difícil que el plástico sea biodegradable?

Podríamos enumerar las características de la problemática del plástico de diferentes maneras, pero es mejor partir de que dicho material es realizado a base de productos alimenticios, lo que es peor aún. En un reporte realizado por UNEP en 2014 se produjeron 280 millones toneladas de plástico en el mundo, lo que crea una reflexión acerca de cuantos productos son necesarios de cultivar o elaborar para poder obtener el plástico. En ese caso, no solo es el problema el material, sino lo que se tiene que arriesgar para tenerlo aun sabiendo que este hace daño al medio ambiente.  Los envases necesitan condiciones específicas para que se degraden, por ejemplo,  una mezcla equilibrada de oxígeno, de humedad, aire y  de una temperatura elevada a cincuenta grados centígrados durante un periodo de tiempo estable. Estas condiciones sólo se podrían encontrar en una planta de compostaje industrial. Queda claro que los ecosistemas no ofrecen estas facilidades y son propensos a sufrir la contaminación.

También es relevante tener en cuenta que las empresas actuales nos venden los productos envasados hablándonos en el etiquetado de fuentes renovables que no dan fe de que el el producto sea manufacturado de manera natural y no con sustancias químicas dañinas, o que contengan menos aditivos preocupantes. Esto sumado a que el reciclaje de los ‘plásticos biodegradables’ es complicado, ya que no se pueden mezclar con los plásticos convencionales forma una cadena de inseguridad en cuanto a que camino seguir para salvar el ambiente.

Es por esta razón que Global Innovation Consulting (GIC), invita a que los consumidores verifiquen cual es el tipo de plástico que consumen cuando adquieren un producto, ya que no todos cuentan con la capacidad de degradarse de la manera más adecuada para beneficiar al medio ambiente.

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