Por Héctor Infante Jr.
No planificar es un gran error del ser humano y ha sido históricamente motivo de sinnúmero de fracasos y decepciones para muchos individuos y familias a través de la historia.
Una empresa, sea familiar o no, debe planificarse cuidadosamente para así poder perdurar a lo largo del tiempo y también poder sacarle el mayor provecho a los cambios generacionales, que son inevitables. En el caso particular de una empresa familiar, su planificación debe ser muy precisa y clara para todas las partes involucradas en el manejo de la misma.
Esta claridad en cuanto lo que se espera de cada uno de los miembros de la familia que componen la empresa, es fundamental para que puedan sumar esfuerzos conjuntos y así crear una estrategia que beneficie a la compañía por encima de todos los miembros. El bien común siempre debe ser la trascendencia de la empresa a través del tiempo y de los cambios que surjan.
Las fiduciarias ayudan a lograr una eficiente planificación para sus clientes, lo que es correcto para un individuo no es necesariamente correcto para otro, ya que el trabajo fiduciario es como un traje hecho a la medida para cada cliente.
Realmente los intereses varían totalmente dependiendo del cliente, en cuanto a su visión, objetivos y planes de sucesión. No debemos improvisar cuando estamos hablando de algo tan delicado como el futuro económico nuestro y de nuestra familia, por ende vale la pena organizarse y tomar las medidas necesarias para lograr una trascendencia correcta en los negocios.
Un error muy común que cometen muchas personas es creer que los problemas se arreglarán más adelante y esto solo causa que no se planifique correctamente de raíz y que se tenga una visión a corto plazo, por ende aumentan las probabilidades que el negocio desparezca en el futuro sin necesidad alguna.
A su vez, la planificación patrimonial es un “proyecto” que perdura en el tiempo, que se ejecuta con la intención de sobrevivir a su fundador y de servir a las generaciones próximas. Dicha planificación incluye diversos aspectos sobre las relaciones familiares, para lo cual, se establecen reglas básicas que cumplan con el objetivo de mantener a sus miembros unidos y, que guardan relación con aquellos valores familiares (responsabilidad, integridad, respeto, emprendimiento, entre otros), así como también las reglas que cumplan con los objetivos relacionados con el patrimonio familiar, administración de activos, manejo de los negocios, entre otros.
Lo anterior, puede concretarse mediante el establecimiento de protocolos, junto con estructuras jurídicas (como el fideicomiso), que hagan vinculantes y exigibles las reglas relativas a la relación familiar y la administración del patrimonio.
Las empresas familiares que desaparecen a través del tiempo es algo muy usual, pero es evitable y si no queremos ser los próximos en desaparecer debemos hacer algo al respecto inmediatamente. La única forma de evitar que esto ocurra es planificando correctamente los próximos pasos tanto del negocio como los pasos que va a tomar la nueva generación antes que esta llegue a liderar el negocio, para que una vez lo estén liderando sepan que se debe hacer y que no se debe hacer.
Los japoneses han sido históricamente los que mejor han logrado conservar la continuidad empresarial de generación en generación, una y otra vez, tienen una cultura e idiosincrasia que es un ejemplo a seguir para los demás en cuanto a su disciplina y enfoque.
Japón tiene 21 empresas que han durado mas de 1,000 años, 140 empresas que han durado mas de 500 años y 4,000 empresas que han durado mas de 200 años. Otro dato impresionante de las empresas familiares a nivel mundial, es que del numero total de empresas familiares, el 30% de ellas logra pasar a la segunda generación y solo el 15% logra pasar a tercera generación.
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