(M&T)-. La pérdida de suelos y ecosistemas pone en peligro la seguridad alimentaria y la biodiversidad en todo el mundo, al tiempo que la pandemia provocada por el virus del Covid-19 afecta el bienestar de millones de personas.
Así lo informó el departamento de prensa del Ministerio de Ambiente y Energía de Costa Rica a través de su agencia de comunicación.
Ante esto, los países intensifican sus estrategias para alinear esfuerzos de protección de suelos con una rápida recuperación de la pandemia y así garantizar la supervivencia, a largo plazo, de las personas y el planeta.
En esta línea, Costa Rica será el anfitrión este año de la conmemoración del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, la celebración de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) que tiene lugar anualmente el 17 de junio.
La cita de este año busca promover que individuos, hogares, comunidades y los países tengan una mejor relación con la naturaleza, mientras se logra la recuperación del covid-19.
“La pandemia evidenció lo mucho que necesitamos nuestros bosques, zonas secas, humedales y otros ecosistemas terrestres, para la alimentación, la economía verde, el ecoturismo y como barrera contra los fenómenos climáticos extremos. En Costa Rica, nuestros extraordinarios bosques tropicales son un recurso natural limitado y de gran valor que no podemos descuidar”, externó Andrea Meza, ministra de Ambiente y Energía de Costa Rica.
La ministra Meza explicó también que la protección de los ecosistemas y los suelos contribuye a una recuperación sostenible, pero también evita pandemias futuras. La crisis provocada por el Covid-19 tiene su raíz común en la explotación del medio ambiente, al igual que la degradación de la tierra, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, además señaló que son crisis interconectadas que deben abordarse de manera integral.
La pandemia ha sido una devastadora pero oportuna llamada de atención para el mundo, al demostrar que si seguimos abusando de la naturaleza, nuestras economías y sociedades sufrirán -como en un efecto cascada-, nuevas oleadas de crisis.
Debito a esto, las acciones de la CNULD, se centran en la transformación de las tierras degradadas en tierras sanas mediante la inversión inteligente y sostenible de los fondos de recuperación post covid. A través del Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE), Costa Rica liderará esfuerzos globales para alentar a las comunidades, el sector privado y los países a mejorar su relación con la naturaleza.
“La restauración de las tierras degradadas contribuye a la resiliencia económica, a la creación de empleo, al aumento de los ingresos y a una mayor seguridad alimentaria; ayuda a recuperar la biodiversidad y permite capturar el carbono atmosférico que calienta la Tierra, disminuyendo así el efecto del cambio climático. Nos orgullece trabajar con socios globales en esta tarea tan urgente”, sostuvo la ministra.
Problemática de grandes dimensiones
La desertificación y la sequía son una problemática que ya ocasiona estragos en el mundo, pues tres cuartas partes de la tierra del planeta -no cubiertas de hielo– han sido alteradas por el ser humano para satisfacer la creciente demanda de alimentos, materias primas, carreteras y hogares. Esto agrava problemas ya existentes en el mundo tales como la pobreza, la escasez de alimentos y de agua.
Esta explotación tiene efectos graves. La degradación de la tierra ha reducido la productividad del 23% de la superficie terrestre mundial. Adicionalmente, el cambio climático aumenta también las probabilidades de agravar la sequía y la escasez de agua en muchas partes del mundo.
De acuerdo con datos de la CNULD, para el 2025, 1.800 millones de personas experimentarán una escasez absoluta de agua y dos tercios del planeta vivirán en condiciones de escasez de este líquido vital.
Hoy en día, 1 millón de especies enfrentan la extinción debido a la pérdida de ecosistemas y se estima que $577 mil millones en cultivos mundiales anuales están en riesgo por la pérdida de polinizadores, según un informe de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas del 2019 de la ONU.
Un informe de la Iniciativa por la Economía de Degradación del Suelo reveló que, si seguimos al ritmo actual, en el 2050 habrá una caída estrepitosa en el rendimiento de los cultivos agrícolas de hasta 10%, a nivel global y 50% en algunos casos extremos. Lo anterior significaría también un aumento de hasta 30% en el precio de los alimentos.
Para saber cómo revertir esta realidad, primero es necesario entender que la tierra sana es sinónimo de almacenamiento natural de agua dulce. Si está degradada, no se cumple esta función.
“Gestionar mejor la tierra y ampliar masivamente su rehabilitación es esencial para desarrollar la resiliencia a la sequía y la seguridad hídrica. La restauración de la tierra es la solución más barata y eficaz para mejorar el almacenamiento de agua, mitigar los impactos de la sequía y abordar la pérdida de biodiversidad”, apuntó Meza.
Baja productividad de la tierra
El cambio de uso de la tierra es la principal causa directa de pérdida de biodiversidad con el mayor impacto global relativo.
En el caso de Costa Rica, Guanacaste y la Zona Norte son las partes donde más se sufre por sequías y degradación de suelo, lo que afecta principalmente la ganadería y agricultura.
“Degradar la tierra es muy fácil, ya sea por acciones humanas o climáticas. Es necesario fortalecer la política pública dirigida a la protección de los suelos y la recuperación de las tierras. Esta inversión genera múltiples beneficios como creación de empleos, mejora de rendimientos agrícolas y fortalecimiento de acceso al agua, entre otros”, agregó la ministra.
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