Por: Bernal Fonseca Solano – Fundador y director de Cercanos y De.Mentes. Experto en comunicación corporativa, productor y presentador de televisión en Televisora de Costa Rica.
(M&T) Emprender está conectado con sueños y anhelos, es la razón por la que muchas de las personas que consiguen inciar su camino en este campo los consiguen, sin embargo, el camino no es tan maravilloso como suena.
Empezar por mostrar la realidad del sector es lo más importante de estas líneas, pues vivimos inmersos en un discurso surrealista de lo que significa emprender. Hay que estar dispuestos a todo; a fracasar, a volverlo a intentar, inseguridades, aguantar la presión interna y externa, ser vulnerables a nosotros mismos y a dar pasos que marcan un gran avance u otros que solo permiten ir un poco más adelante.
La lucha diaria merece un puesto digno y ejemplar en el ecosistema empresarial de nuestra región, lejos de los diminutivos y proyecciones reducidas, o lo que es peor, tácticas filantrópicas o caritativas de parte de quienes poseen capital o herramientas para impulsar estos anhelos. Algunos ejemplos de esto es calificar a una empresa emergente como pequeña o mediana empresa, describirles como un negocito o una cosa que esta empezando.
¿Quiénes son los responsables? Si lo vemos en una pirámide, a la cabeza se encuentran las mismas personas que lideran un modelo de negocio emergente, proceden de una educación que les limitó a pensar en que solo ejecutando lo que se les pedía sin cuestionarlo, obtendrían el éxito ficticio que se ve en libros o películas. Aquella persona que emprende necesita dejar de pensar en pequeño, tal y como fue educado.
Bajemos un poco en la pirámide, aparecen los medios de comunicación. Este sector en el cual he crecido como comunicador, me ha demostrado que abrir espacios por abrirlos, sin buscar un cambio en el paradigma de percepción social hacia quien emprende es inútil. El promedio de los espacios se plantean solo para “dar a conocer su negocito”, lo peor de todo, es que las personas que llevan sus ideas allí son presentados así y así se quedarán, viviendo en un instante de fama que poco se mantendrá en el tiempo.
Y llegando a un tercer nivel en forma descendente, aparecen aquellos actores que trabajan alrededor de la política pública, asignación de capitales o sistemas educativos. Son éstos quienes siguen viendo a quien emprende como aquella persona a la que tenemos que brindarle una ayuda, darle capacitación con la misma receta desactualizada de sus primeras etapas educativas e imponen sellos que categorizan a los pequeños entre los pequeños, por ejemplo, los sellos pymes existentes en algunos esquemas económicos.
El 90% del lote empresarial está representado por el sector emprendedor, sostiene los modelos económicos centroamericanos y generan empleo directo, amplián cadenas productivas y más, pero hasta que los responsables de esta ecuación decidan dar el lugar que merecen estas empresas emergentes y quienes les lideran, es que veremos una revolución del ecosistema emprendedor y a las nuevas generaciones, buscando ser dueños de su propio destino y no como los pobrecitos a los que hay que ayudar.
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