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Panamá necesita más competitividad para consolidar su desarrollo

Optimizar la competitividad y diversificar la economía es uno de los grandes retos del país para consolidar su crecimiento y entrar en el ranking de las grandes potencias con éxito, según el diagnóstico ‘Panamá: Desafíos para consolidar su desarrollo’, que publicó el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

El análisis, presentado por el economista jefe del BID en Panamá, Carlos Garcimartín, destaca que entre 2007 y 2017 el país registró un avance importante en el Índice Global de Competitividad (IGC) del World Economic Forum. En línea con el aumento del ingreso per cápita, Panamá pasó en este índice de la posición 59 a la 50, de un total de 152 países, indicó.

Sin embargo para el BID, la productividad y competitividad de Panamá muestran rasgos duales. Por un lado, el país ha tenido un gran éxito a la hora de desarrollar algunos sectores avanzados, como el conglomerado logístico, de atraer inversión extranjera y talento, así como de desarrollar regímenes y enclaves especiales donde se han instalado empresas multinacionales y actividades de alto valor añadido (Ciudad del Saber, Panamá Pacífico o el Régimen Especial para Sedes de Empresas Multinacionales).

Y por otro, hay sectores que están claramente ‘rezagados’, pues ‘la integración de dichos enclaves especiales con el resto de la economía ha sido limitada y Panamá muestra claras debilidades en preparación tecnológica’.

Además, indica que durante estos años la competitividad de precios ha caído de forma notable, como consecuencia de una inflación relativamente alta hasta 2013 y, especialmente, de la apreciación del dólar. Desde 2007 perdió un 38% de competitividad frente a México, 32% frente a la zona euro, 16% respecto a Estados Unidos y 13% con América del Sur.

El BID apunta que la rápida expansión de la economía panameña se ha basado principalmente en la inversión privada —ha contribuido con algo más de la mitad del crecimiento del PIB entre 2007 y 2016—, seguida del consumo privado. El principal destino de esta inversión ha sido el sector inmobiliario.

En 2007, la inversión privada se repartía casi por igual entre equipos/maquinaria y la vinculada a la construcción; en 2016, la primera había caído hasta el 15% del total y la segunda había aumentado hasta el 84%. La inversión en equipo de transporte ha reducido su peso desde un 29% a un 13%, mientras que la inversión en maquinaria apenas representa hoy el 2% de la inversión privada. En términos reales, la construcción ha crecido un 350% entre 2007 y 2017, frente a un 89% del conjunto de sectores. Su protagonismo se observa claramente en su peso en el PIB, que se ha duplicado entre 2007 y 2017, alcanzando casi el 17%, una de las cifras más altas del mundo.

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