Por: M.Sc. Luis Álvarez Soto, Director Ejecutivo, CELIEM
(M&T)-. Hemos dicho durante muchos años que el tema de la micro, pequeña y mediana empresa no puede ser un proceso que esté en la boca de unos pocos sino que tiene que estar en la boca de muchos.
En la medida en que logremos lo anterior, haremos posible que tengamos un mismo idioma y que estemos generando reflexiones similares para impulsar transformaciones sostenibles que permitan en nuestros países la construcción de una mejor institucionalidad, un mejor desarrollo de programas y un mayor impulso del parque empresarial mipyme.
La covid-19 indudablemente ha puesto contra la pared a muchos sectores, las mipymes no han sido la excepción. Nos ha obligado a darnos cuenta que hay muchas debilidades estructurales en los ecosistemas que no hemos resuelto.
La implementación de programas de capacitación o mayores instrumentos de financiamiento, no son los únicos mecanismos de apoyo que las mipymes requieren. Instrumentos fiscales, mejores herramientas para el acceso a las compras públicas o la facilitación de los procesos de exportación, son también acciones que en las condiciones actuales resultan esenciales para una verdadera reactivación de la actividad económica de las mipymes.
El más reciente monitoreo que realizamos en CELIEM, en el mes de abril 2021, para medir el impacto de la pandemia en las mipymes centroamericanas y de República Dominicana, nos reveló que aunque ha existido una leve recuperación en la actividad económica de las mipymes, siguen sufriendo los embates de la crisis, principalmente impactando la reducción de las ganancias (61%), la pérdida de clientes (55%) y de mercados (40%).
Cada vez más es necesario pensar en acciones diferenciadas. La CEPAL estimó que durante el año 2020, en América Latina, más de 2.500.000 de mipymes tuvieron que cerrar sus operaciones como resultado de la crisis pandémica. Esta realidad no es ajena para la región centroamericana, y aunque no tenemos un dato cierto de qué cantidad de mipymes cerraron durante el 2020, si conocemos hoy que un 44%, de aquellas que aún mantienen operaciones, mencionan estar laborando con el mínimo de personal, lo que nos refleja no solo el impacto en la actividad productiva de un parque empresarial mayoritariamente integrado por mipymes (99%) sino también el impacto que tienen en la generación del empleo de la región centroamericana.
En este escenario, el pesimismo sigue marcando la mirada hacia delante de las mipymes. Más de un 50% estimaron que la actividad estará en los niveles más bajos durante el 2021. Esto nos lleva a repensar las formas en que estamos actuando desde las políticas, desde las instituciones y desde las acciones de salvamento y recuperación de los parques empresariales mipymes.
Los planes de reactivación económica que requieren los países y particularmente la región centroamericana, no pueden estar ajenos a reconocer la realidad que se tiene especialmente con las micro y pequeñas empresas.
En consonancia con el compromiso mundial que tenemos en todos los países de lograr alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y de hacer realidad el lema de “no dejar a nadie a atrás”, hoy con mayor determinación debemos asumir el compromiso en todos los niveles y sectores, de impulsar acciones en materia productiva que tengan como premisa que, en la recuperación y reactivación de la economía, solo será posible si logramos ser estratégicos y asertivos en el apoyo a la micro y pequeña empresa de la región centroamericana.
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