(M&T).- La inflación contradice las expectativas en todas partes, en las economías de ingreso bajo y mediano, el crecimiento económico se está desacelerando. Y ha comenzado un ciclo de endurecimiento de la política monetaria que ya difiere de todos los de la historia reciente. Se espera que, dentro de un mes, el banco central de Estados Unidos eleve las tasas de interés, y los inversionistas se preparan para un fuerte aumento, y el mayor en más de 20 años.
La perspectiva que plantea diversos peligros para las economías en desarrollo. Son las tasas de política de Estados Unidos (particularmente la magnitud de su variación y el grado en que sorprende a los mercados) tienden a ser un factor confiable para predecir las crisis en estas economías. Las crisis monetarias, bancarias y de deuda generalmente tienen causas internas importantes.
Sin embargo, desde la década de 1970 es mucho más probable que surjan en momentos en que la Reserva Federal está en proceso de elevar las tasas de interés.
Históricamente, las economías en desarrollo que disponen de un amplio margen de política monetaria y fiscal (así como de saldos en cuenta corriente saludables, inflación anclada y fuertes perspectivas de recuperación) han podido resistir los aumentos en las tasas de las economías avanzadas.
En la actualidad, sin embargo, la pandemia de COVID‑19 ha agotado esas defensas en un gran número de economías en desarrollo. Los inversionistas han tomado nota: los flujos de capital hacia los mercados emergentes cayeron bruscamente entre diciembre y enero, y en muchos países ya han comenzado las salidas de capital.
Sería prudente que los funcionarios responsables de formular políticas aprovecharan la oportunidad para adoptar medidas defensivas lo antes posible. Específicamente, las siguientes:
Tomar medidas preventivas. Todas las economías en desarrollo deben identificar y abordar las vulnerabilidades, y establecer un marco de respuestas a la crisis. También pueden poner en práctica medidas inmediatas para incrementar sus recursos fiscales, por ejemplo, eliminando los gastos y las transferencias ineficientes.
Fortalecer la independencia del banco central. Si se consolidan la legislación y los procedimientos referidos a la política monetaria y la super visión bancaria, se contribuirá a aumentar la credibilidad de los marcos macro económicos y a reducir el costo de las políticas dirigidas a bajar la inflación y mantener la estabilidad monetaria.
Someter a los bancos a pruebas de tensión y prepararse para la reestructuración. Es crucial saber si los bancos nacionales podrán resistir los aumentos de las tasas de interés en las economías avanzadas. Los países específicamente vulnerables deben establecer líneas de crédito precautorio, acompa{adas de reservas de efectivo y divisas. También deben generar la información y los conocimientos especializados que necesitarán para las inevitables reestructuraciones bancarias.
Planificar una salida ordenada de la pandemia. Será determinante la fluidez con la que las instituciones financieras desmonten las medidas de indulgencia (moratorias sobre ejecuciones hipotecarias y suspensiones del pago del servicio de la deuda, por ejemplo) implementadas durante la pandemia. Se podrían someter diversos escenarios a pruebas de tensión para ayudar a los responsables de formular políticas a identificar los casos en los que quizá sea conveniente extender de manera temporaria la aplicación de tales instrumentos.
Estos países deberían comenzar con medidas preventivas, como establecer un comité de respuesta a la crisis, reducir los riesgos de refinanciamiento mediante ejercicios de gestión de pasivos y organizar anticipadamente líneas de crédito precautorio.
El mundo viene de una era extraordinaria de éxito en la política monetaria, una época en que la inflación cayó a mínimos excepcionales junto con las tasas de interés en la mayor parte del mundo, un momento en que el crecimiento económico generó prosperidad compartida en un nivel rara vez visto en el pasado.
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