Por: Alberto López, Presidente del Consejo Empresarial Logístico de Panamá (COEL).
(M&T)-. Sin embargo a estas alturas de la pandemia los grades actores de la industria logística han adoptado nuevos esquemas de operación, ya no sólo con la finalidad de subsanar o atenuar los efectos de estas disrupciones, sino para mejorar costos, eficiencia de procesos y tomar la delantera frente a sus competidores.
Las empresas y comercios que se apoyan en la industria logística tradicionalmente no se interesaban en estos procesos, tomaban en la mayoría de los casos la cadena de suministros como un proceso coordinado por el suplidor o un tercero, de forma automatizada, y que resultaba en el arribo o despacho de su carga o mercancía. Antes de la pandemia las empresas operaban sin mayores problemas en base a esquemas anticuados, confiaban en uno o pocos proveedores, y básicamente ignoraban o descartaban riesgos que no representaban mayores afectaciones en sus tiempos de despacho o arribo de carga.
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Hoy día, las reglas han cambiado exponencialmente, no se consiguen contenedores, el espacio en barcos es codiciado, las embarcaciones permanecen por semanas esperando muellaje, y existen cuellos de botella en transporte terrestre, entre otros grandes problemas. Los proveedores aunque tengan los productos, no pueden hacerlo llegar oportuna y reguladamente a los consumidores y, de hacerlo, los costos son marcadamente mayores.
Las empresas se han visto en la obligación de cambiar su modelo operativo, ya no es viable el “justo a tiempo”, ahora se vuelcan a procurar varios suplidores, al “nearshoring” y al acaparamiento de materia prima y productos “just in case”, por si se presentan otras disrupciones.
Lo anterior ha causado el surgimiento de dos nuevos campos de batalla en lo que a logística comercial se refiere, el primero librado por las empresas de casi en todo el espectro de actividades comerciales, las cuales se han visto obligadas a interesarse en su cadena de suministros, en reforzar las mismas, a crear redundancia y hacerla más eficientes, en crear nuevos canales de suministro, locales y rápidos preferiblemente, por encima de globales y distantes.
El alto costo de fletes marítimos ha abierto oportunidades a proveedores regionales que a pesar de tener costos de producción más altos, ahora pueden competir mediante despachos aéreos o terrestres, o fletes marítimos más bajos. Sobre este punto es importante también destacar los retos que presenta el aumento de tráfico de carga en sectores terrestre y aéreo para el sector, particularmente en cuanto a la capacitación de personal y adecuación acelerada de sistemas e infraestructura a la que tuvieron que someterse las empresas del sector para poder manejar este aumento, y sobre el cual se debe continuar para el manejo del crecimiento sostenible que se busca.
Actualmente estas empresas ya no sólo deben competir en su producto final, sino también con sus competidores para procurar materia prima y productos. En esta batalla tomará la delantera quien pueda modernizar sus procesos, integrar tecnología para hacerlos más rápidos y simples, quien pueda implementar modelos de análisis predictivo y mejores estimaciones de consumo y ventas que permitan una mejor programación de envíos, con menos tiempo de tránsito y menores periodos de facturación y cobro.
Cobra mayor énfasis lo que hemos venido escuchando desde hace mucho tiempo, el acercamiento a los clientes y al mercado, y la capacidad de implementar procesos eficientes y resultados tangibles de esa “data analytics”.
El otro campo de batalla, lo libran las líneas navieras, transportistas, NVOCCs, agencias de carga y en general todos los jugadores de la cadena logística. La dirección que lleva la industria se ha visto acelerada por la pandemia, grandes empresas, no sólo navieras, también freight forwarders o los ahora denominados grandes operadores logísticos, se desbordan fuera de sus áreas tradicionales de negocio a fin de acaparar otros procesos y actividades de la cadena logística, abandonando el enfoque histórico de las actividades que realizaban, para volcarse ahora y mercadearse como “supply chain integrators” u operadores logísticos de amplio espectro, que abarcan ya no sólo transporte marítimo o consolidación y transporte de carga, sino todo el proceso logístico, incluyendo tramitación, transporte multimodal, realizando y controlando la mayoría o la totalidad de todos los procesos y etapas involucrados.
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Estos grandes conglomerados han dedicado significativos recursos a integración de tecnología en los procesos, digitalización e implementación de algoritmos e inteligencia artificial para la transformación y eficientización de la cadena de suministros, llegando a puntos donde la cadena de suministros puede tomar rápidas decisiones por sí misma en el evento de disrupciones anticipadas como huelgas, cierres de puertos, congestión por alto tráfico o factores climáticos.
Obviamente esto pone una gran presión en operadores más pequeños y empresas locales dedicadas a servicios o actividades dentro de la cadena logística.
Si bien no significa que vayan necesariamente a quedar fuera del negocio, sí conlleva nuevos retos en su actividad comercial, iniciando por la integración de tecnología aplicada a sus procesos, obviamente en la escala y alcance que permitan razonablemente sus recursos, pero sobre todo, incrementar drásticamente la atención personalizada eficiente y efectiva, el trato directo con el cliente, fortalecer las relaciones comerciales, monitorear constantemente costos a fin de mantener los mismos competitivos y la conformación de alianzas estratégicas no sólo con pares de la industria en otras latitudes a través de redes profesionales, gremios, acuerdos multilaterales, sino también con la incorporación de socios estratégicos en otros procesos o actividades logísticas, de forma tal que se pueda no sólo ampliar la oferta de servicios sin incrementar el número de proveedores para el cliente final, sino también tener cierto grado de interpretación, análisis y predicción del mercado a través del procesamiento de datos e información.
Las empresas locales tienen la ventaja de poder implementar cambios en políticas y procesos de forma más ágil y expedita que empresas multinacionales, cuyos cambios tardan años en tener completa implementación.
En ambos casos, se ha acelerado el proceso evolutivo que planteaba la industria desde 2011 cuando se habló por primera vez de “logística 4.0”, aquella que planteaba no sólo la integración de los distintos procesos, sino hacerlo a través de la incorporación de tecnología facilitadora que eliminara pasos innecesarios e hiciera más eficientes y expeditos los demás mediante ciberprocesos, inteligencia artificial y algoritmos que le brinder operatividad y poder de procesamiento y toma de decisiones o la presentación de alternativas o cuasidecisiones a esa tecnología que ya fue incorporada en la tercera etapa de la revolución logística.
En definitiva, vivimos tiempos cambiantes y de grandes retos que han obligado a empresas muy grandes y lideres en sus sectores a adoptar cambios. Es lógico que las empresas más pequeñas no puedan escapar a esta tendencia, lo importante es aceptar y adoptar el cambio, siempre con cautela, no se trata de gastar e invertir sólo por tener la última novedad, sino en invertir “bien”, en la tecnología y herramientas que rindan resultados útiles, tangibles y medibles; esto puede ser verificable mediante parámetros comparativos con otras empresas del sector, o mediante los avances considerados en las distintas mesas y comisiones de trabajo que adelantan gremios y asociaciones, como el Consejo Empresarial Logístico – COEL en nuestro caso, entre otros medios.
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