Columna de Isaac Cohen, analista y consultor internacional
Por Isaac Cohen, analista y consultor internacional, ex-director de la Oficina de la CEPAL en Washington. Comentarista de economía y finanzas de CNN en Español TV y radio, Univisión, Telemundo y otros medios.
(MyT) Los resultados de las elecciones legislativas y estatales recién celebradas en Estados Unidos han puesto a prueba, otra vez, la creencia que la economía determina la política.
De hecho, otras verdades aceptadas también se vieron retadas por los resultados. Por ejemplo, que el partido en control de la Casa Blanca casi siempre pierde escaños en el Congreso.
Sin embargo, quizás el vuelco más impresionante en la sabiduría aceptada fue el de la afirmación, confirmada en casi todas las encuestas, que la inflación en curso sería el factor determinante para la mayoría.
Antes de las elecciones, varias encuestas revelaron que alrededor de 70 por ciento de los interrogados dijeron que el país estaba moviéndose en una dirección equivocada.
Mientras que la tasa de aprobación del Presidente Joseph Biden, en alrededor de 40 por ciento, era similar a la de otros presidentes que perdieron elecciones a mediados de su mandato.
Específicamente, sobre la economía, sólo 20 por ciento la veía como buena o excelente, con más de dos tercios preocupados por la inflación.
Al final de cuentas, otros factores resultaron más influyentes, tales como la calidad de los candidatos apoyados por el expresidente, así como los derechos reproductivos de las mujeres.
Una conclusión puede derivarse del hecho que la economía no fue el factor más decisivo en las elecciones de la semana pasada: la relación entre la economía y la política no es una calle de una sola vía.
Albert O. Hirschman lo dijo mejor, el progreso económico y político están imbricados en “una conexión que se enciende y se apaga.” (A Propensity to Self-Subversion, Harvard University Press 1995, pp. 221-230).
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