Por: Nayid Aguilar, CEO de OMNi
Promover el desarrollo de las FinTech en Costa Rica es una ruta para solventar la crisis. Este modelo innovador y disruptivo en el sistema financiero permite digitalizar la moneda y los métodos de pago, dotar de mayor liquidez a los comercios, consolidar la inclusión financiera e incrementar el nivel educativo de la población en este campo.
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La apertura experimentada en el mercado financiero costarricense concretada en 1988 con la Ley de Modernización del Sistema Financiero de la República (Ley N° 7107), tenía como prinicipal propósito, generar una mayor competencia al pasar de un sistema cerrado a un sistema abierto, provocando la diversidad y enfoque regional e internacional de la banca; sin embargo, las regulaciones que rigen este sector se quedan atrás en la actualidad ante las exigencias de los usuarios y la revolución tecnológica.
Adaptar los servicios que ofrece la banca tradicional en una sucursal electrónica o distintas herramientas colocadas en el mercado no es suficiente. La gran diferencia que consigue el modelo FinTech se concentra en su capacidad para encontrar el vacío en la experiencia financiera de los usuarios y adaptar sus servicios; esto le permite ser un catalizador del sistema convencional.
Existen dos caminos para la operación de una FinTech: generar una alianza con una entidad financiera regulada o adquirir una licencia de operación bancaria. El escenario óptimo depende del nivel de regulación que exista en el país, el interés que tengan quienes lideran el desarrollo de este esquema y la apertura de la banca tradicional.
Costa Rica reúne las mejores condiciones de la región para crear una FinTech. A pesar de que la apertura de la banca tradicional hacia estos modelos es débil y frente a una incipiente regulación en la materia; el conocimiento tecnológico, el hub de talento que somos y el comportamiento de consumo en la población nos demuestran la oportunidad que tenemos.
Los beneficios para sus usuarios permiten que al digitalizar sus finanzas sea posible eliminar las visitas a sucursales, filas, trámites burocráticos, contacto físico y papeleos. Además, a nivel general el aporte socioeconómico es una realidad con la creación de nuevas fuentes de empleo y productos financieros.
Los factores clave para el fortalecimiento de esta industria y, por ende, del sistema financiero son: contar con el talento humano, el capital y la demanda de los usuarios; de los cuales, como país, contamos con ellos.
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