Por Pablo Duncan-Linch, Socio director CLC Comunicación afiliada de LLORENTE Y CUENCA
Aunque todo parece indicar que hemos dejado atrás la pandemia, la planificación en la organización sigue siendo difícil. La incertidumbre está todos los días acechando el cumplimiento de las metas y los objetivos de negocio.
Parece que vamos “dos pasos adelante y luego uno atrás”. ¿Será esa la nueva normalidad?
Una explicación posible es que estamos más conscientes y tenemos mejores herramientas para interpretar y explicar fenómenos que siempre se han comportado así. Hacer negocios es, si se permite la metáfora, como el primer salto al vacío de un aguilucho, pues dicen que las águilas aprenden a volar mientras caen.
Las empresas han tenido que aprender, desaprender y volver a aprender en tiempo récord, ajustar prioridades, ayudar a sus equipos de trabajo a lograr balances entre lo profesional y lo personal, generar confianza y mejorar la reputación con sus públicos de interés.
En este esfuerzo la estrategia de comunicación ha sido trascendental para alcanzar las metas propuestas, pero sobre todo para lograr que las personas, que son la vida de las compañías y organizaciones, estén cada día mejor.
Colaborando con nuestros clientes que han afrontado múltiples desafíos en esta época de crisis sanitaria y económica, en CLC Comunicación afiliada de Llorente y Cuenca, hemos encontrado y aprovechado varias oportunidades.
Por ejemplo, hemos logrado construir con las empresas asesoradas una comunicación más humana con un enfoque en temas como el bienestar, una mayor empatía que promueva la diversidad y la inclusión, ambientes laborales que incentiven la innovación, el trabajo en equipo y el fortalecimiento del liderazgo como las mejores alternativas para salir adelante.
El propósito principal de cualquier equipo de comunicación interna es apoyar al liderazgo para que logre construir diálogos transparentes con los públicos de interés de la empresa que promuevan la participación, la cooperación y que tengan un enfoque en la escucha.
Es por lo anterior que la propuesta de valor desde la comunicación se alimenta tanto de la construcción de una narrativa estratégica que garantice el alineamiento y la capacidad de adaptación al cambio, como de espacios abiertos que promuevan una conversación asertiva y multidireccional.
Inmersos en un mundo que profundizó sus tendencias hacia la volatilidad, la complejidad y la interconexión, nunca fue tan importante la comunicación para involucrar y guiar a las personas para que se desempeñen en torno al propósito, la estrategia y los valores corporativos.
Por esta razón, en un ambiente de trabajo híbrido o en el que las personas están en múltiples funciones es vital que los y las encargadas de comunicación hagan equipo con aquellas que son responsables del capital humano para identificar y administrar adecuadamente los canales y las plataformas de interacción con el personal.
Frente al reto de lograr la eficiencia y la efectividad en esquemas laborales alternos o híbridos es necesario mejorar la calidad de la comunicación de los equipos y la visibilidad del liderazgo.
Un propósito y una estrategia alineada con los objetivos corporativos, transmitidos en los caneles pertinentes y con mensajes precisos, relevantes y oportunos son el faro que promueve la motivación y guían a las empresas en la dirección correcta.
En definitiva, el dinamismo es la constante de nuestro tiempo, ligada a la hiperconectividad que también genera ruido y distracción. La comunicación es la herramienta para mantener a los equipos concentrados en los objetivos propuestos mientras disfrutan una buena calidad de vida.
En este escenario, la incertidumbre y el ruido ceden ante una comunicación transparente, precisa y cautivadora que provoca que los mensajes multidireccionales sean escuchados, aceptados y recordados por las audiencias.
Una empresa que escucha, aprende y se fortalece en la diversidad de opiniones y en la co-construcción de soluciones basadas en un diálogo abierto logrará salir adelante en un contexto de volatilidad, incertidumbre e interconexión, lo cual es el signo de nuestros tiempos.
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