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Foto del escritorAlejandra Samayoa

Gira del presidente de Banco Mundial por Panamá y República Dominicana busca mejorar competitividad

David Malpass visitó los dos países con el fin de obtener información que permita mejorar la competitividad y las inversiones del sector privado en ambas economías locales.


(M&T)-. El presidente del Grupo Banco Mundial David Malpass, como parte de su gira a la región de América Latina y el Caribe visitó Panamá y República Dominicana, dónde subrayó la importancia de impulsar la competitividad y facilitar las inversiones del sector privado para acelerar el crecimiento y la recuperación de la región ante las crisis simultáneas actuales.


El Sr. Malpass se reunió con Laurentino Cortizo, presidente de la República de Panamá y Luis Abinader Corona, presidente de la República Dominicana, además de autoridades y socios del Grupo del Banco Mundial en ambos países, incluido el sector privado.



“Espero con gran interés estas conversaciones en Panamá y República Dominicana, centradas en el crecimiento y la competitividad a través de una mayor inversión. Como en buena parte del mundo, las personas en América Latina y el Caribe enfrentan condiciones económicas difíciles, precios más elevados en los alimentos y combustibles, un alza en los tipos de interés y en los costos climáticos, así como falta de financiamiento. Estamos trabajando para facilitar aún más la inversión privada, mejorar el entorno normativo y acelerar el crecimiento sostenible”, dijo el presidente del Grupo Banco Mundial, David Malpass.

En su visita, el Sr. Malpass estará acompañado por Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe y Alfonso García Mora, vicepresidente regional de la IFC para Europa y América Latina y el Caribe.


El Grupo Banco Mundial es un socio para el desarrollo de larga data en América Latina y el Caribe. Entre el 1.º de abril de 2020 y el último año fiscal completo (finalizado el 30 de junio de 2022), el GBM desembolsó la cifra sin precedentes de US$49.800 millones. Este apoyo financiero sirvió para ayudar a los países de la región a responder a una variedad de desafíos simultáneos, como la abrupta desaceleración económica, la inflación creciente y la intensificación de la inseguridad alimentaria causada por la invasión rusa a Ucrania, así como para asistir en la recuperación del impacto sanitario, económico y social de la COVID-19.


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