La cumbre del G20 celebrada en Río de Janeiro concluyó con una declaración final que, aunque limitada, abordó algunos de los desafíos más urgentes del panorama internacional.
(M&T)-. Conflictos armados, desigualdad económica y cambio climático fueron los temas clave tratados por las principales economías del mundo en un intento por buscar consenso en un contexto marcado por tensiones políticas y posturas divergentes. A pesar de las dificultades, el país anfitrión, Brasil, logró evitar fracturas mayores dentro del grupo.
El documento final de la cumbre destacó preocupaciones sobre la situación humanitaria en la Franja de Gaza, así como la escalada en el Líbano, aunque sin mencionar directamente a Israel. Asimismo, se abordó el conflicto en Ucrania con un enfoque que subrayó el "sufrimiento humano" y las repercusiones de la guerra, evitando señalar responsabilidades específicas. Este lenguaje diplomático refleja el esfuerzo por mantener la cohesión del grupo sin confrontar directamente a sus integrantes más controvertidos.
Entre los logros destacados está el lanzamiento de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, una propuesta del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva que cuenta con el respaldo de 82 países. Esta iniciativa busca combatir el hambre, que afecta a más de 733 millones de personas en el mundo, y representa un avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Sin embargo, su alcance dependerá del compromiso real de los países miembros.
No obstante, la cumbre no estuvo exenta de controversias. El presidente argentino, Javier Milei, firmó la declaración final, pero se desmarcó de los contenidos relacionados con la Agenda 2030 y los ODS. En un comunicado posterior, calificó al G20 como "un grupo en crisis" y criticó la imposición de agendas que, según él, limitan la libertad de los países. Estas declaraciones evidencian las divisiones internas dentro del foro.
En un contexto global cada vez más polarizado, la cumbre del G20 en Brasil reafirma la importancia de los espacios multilaterales para el diálogo, aunque también expone sus limitaciones. La declaración final, con su lenguaje neutral y compromisos generales, refleja los desafíos de alcanzar consensos efectivos en un escenario internacional marcado por tensiones y prioridades divergentes.
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