Deloitte y AmCham de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y República Dominicana desarrollaron un estudio que recabó información de 80 empresas entre junio y septiembre último. Para la realización del mismo, líderes empresariales completaron una encuesta que integró datos como: impacto del covid-19, estrategias o iniciativas impulsadas para responder, evolución del teletrabajo, evolución de la organización, infraestructura, bienestar y nueva normalidad.
La orientación al upskilling (capacitación adicional para optimizar la forma en la cual el colaborador desempeña su rol actual), es una ruta seleccionada por más de la mitad de las empresas que participaron del estudio y así lo indicaron en el apartado de evolución de la organización. También lo es el hecho de que entre las iniciativas adoptadas frente a la coyuntura están aquellas que generan eficiencia y optimización.
“A medida que las empresas transforman su giro de negocio y modelo de servicio, también gestan cambios internos que deben ir acompañados una nueva arquitectura organizacional, roles ampliados y estratégicos y mayor agilidad. La reconversión profesional ya era una asignatura pendiente antes del covid-19, hoy es gran urgencia para dotar de seguridad a nuestros colaboradores y asegurar su empleabilidad”, expresó Sofía Calderón, Socia Líder de Capital Humano de Deloitte para Latinoamérica.
Algunos de los resultados de la encuesta que sobresalen son:
38% de las organizaciones se ha percibido un impacto financiero alto producto de la pandemia.
48% redujo su jornada laboral entre un 10% – 30% y un 11% la redujo en más de un 30%.
75% ha logrado construir una ruta o meta común para superar la crisis y avanzar con resiliencia, manteniendo la energía o motivación de la fuerza laboral.
Según el estudio de Deloitte, para responder a este panorama, gran parte de las organizaciones encuestadas adoptaron diversas medidas,entre ellas : Ajustes para buscar eficiencia y optimización; ejecución de planes financieros para sobrevivir y optimizar la situación económica, y adopción o actualización de las estrategias de comercialización digital (e-commerce), entre otras.
Por otro lado, el informe muestra que los 2 principales medios para identificar y dar seguimiento a las necesidades de su fuerza laboral han sido: encuestas periódicas y comunicación abierta con su líder.
Evolución del teletrabajo
La investigación de Deloitte revela que antes del covid-19, el 57% de las organizaciones no tenían teletrabajo. Mientras que durante la pandemia, el 76% de las organizaciones refiere tener entre un 50%-100% de su fuerza laboral en modalidad de teletrabajo, y el 59% de la fuerza laboral tiene una alta expectativa en mantener el teletrabajo.
Otro de los hallazgos de la encuesta es que la mitad de las organizaciones proyecta mantener entre un 25%-50% de su fuerza laboral en teletrabajo, y según la muestra, Mercadeo, Finanzas y Tecnologías de Información son las áreas que con mayor seguridad se podrán mantener bajo la modalidad de teletrabajo durante la etapa de preparación y posterior a ella.
Sobre estas tendencias, Calderón indicó: “Sin duda, los esquemas híbridos llegaron para quedarse. De hecho, los estudios apuntan a que aquellos colaboradores que permanecen en trabajo remoto entre el 60%-80% son los que muestran mayor compromiso y productividad, para rediseñar los nuevos modelos de trabajo hay que indagar en las preferencias de los distintos grupos respecto al teletrabajo y las particularidades y dinámicas familiares de cada colaborador”.
De cara a la nueva normalidad
El estudio refiere que la mayoría de las organizaciones han realizado algún tipo de consulta a la fuerza laboral sobre el plan de retorno, tales como: seguridad al volver, preocupaciones y necesidades.
Entre los temores más importantes del personal están la exposición durante el viaje hacia y desde el trabajo, la posibilidad de contagiar a miembros de la familia con algún factor de riesgo de contagio, la preocupación por contar con una red de cuido para sus hijos y adultos mayores, y los temores por tener una condición personal de vulnerabilidad o ser de alto riesgo de contagio.
Además, para las organizaciones consultadas seguir promoviendo la diversidad e inclusión en ambientes remotos sigue siendo una prioridad.
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