Por Belkys Iglesias, MSc en Tecnología Educativa y Docente UAM
Históricamente los modelos educativos se han orientado a satisfacer las necesidades de las organizaciones productivas prevalecientes, acompañando los avances tecnológicos de las revoluciones industriales, que han sido un hito en el desarrollo de la humanidad.
Justamente el siglo XXI es el precursor de la cuarta revolución industrial o revolución digital, caracterizada por el uso de tecnologías de la información y la comunicación, como productos derivados del desarrollo de la nanotecnología, la realidad virtual, la inteligencia artificial, el internet de las cosas, el big data, entre otras; que han logrado permear los sistemas educativos formal e informal.
Reconocida por el Foro Económico Mundial, la Educación 4.0 es la encargada de formar el talento del siglo XXI y de responder a las necesidades de una sociedad que evoluciona, hacia la creación de procesos productivos asistidos por tecnologías cada vez más complejas, demandantes de individuos con sólida capacidad de análisis, rapidez de adaptación a los cambios, creativos e innovadores, facilitando su inserción de manera natural, a entornos laborales inexistentes aún.
En la ruta hacia la implementación de la Educación 4.0, las naciones en vías de desarrollo enfrentamos grandes retos matizados por la brecha digital de los sistemas educativos, por la necesidad de formación de docentes y directivos en la adopción y apropiación de las tecnologías educativas. Es menester trabajar en el fomento de una cultura digital que supere el uso exclusivo de plataformas e-learning y redes sociales, e impacte de manera significativa en la multidimensionalidad de la gestión académica en general.
La Educación 4.0 supone la creación de políticas educativas, consonantes con las dinámicas de la Industria del siglo XXI, exigente de la renovación en los paradigmas de enseñanza, tendientes a utilizar de manera sostenida el uso de las tecnologías educativas para producir conocimientos, autogestionar el aprendizaje, facilitar el trabajo colaborativo, reconocer las capacidades individuales de los educandos, según sus necesidades cognitivas y afectivas a través de la formación personalizada y asistida por la analítica de datos.
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