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El otro reto de la vacunación


Por-.     Jaime García, Director de Proyectos del Índice de Progreso Social del CLACDS/INCAE

(M&T) Iniciando el sexto mes del 2021 y a 19 meses de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) asignara al covid-19 su nivel de alerta máxima; ya algunos países o regiones empiezan a flexibilizar sus protocolos e intentan un regreso a la normalidad, incluso con megaconciertos en Nueva York para celebrar el renacimiento después de la pandemia.

Estas decisiones por supuesto, se han dado por el control de los contagios, y bajos niveles de mortalidad; por ejemplo en el Reino Unido reportaron el primero de Junio un día con cero muertes por covid-19 por primera vez desde marzo del 2020. Junto a Estados Unidos, y Reino Unido también se agregan la Unión Europea, Israel, Corea del Sur, Islandia, o Canadá tomando este tipo de medidas.

La mayoría de estos países no sólo han logrado contener el virus y reducir la transmisibilidad a través de una buena aplicación de protocolos, si no también por una intensa campaña de vacunación, pues salvo por Canadá y Corea del Sur que todavía no llegan al 10% de la población con esquemas de vacunación completos; los otros países lideran en vacunación, la Unión Europea en promedio tiene 21%, Islandia 29.81%, Estados Unidos y Reino Unido 41%, e Israel 59.37%; de acuerdo con los datos de  Our World in Data para la primera semana de junio. Como referencia, en el mundo, el porcentaje de la población con esquema de vacunación completo es de apenas 6%.

Aunque para ser justos, y aunque 199 países ya han iniciado el proceso de vacunación, el desempeño de los países va ligado a su capacidad económica para adquirir dosis y aplicarlas, de hecho 52% de las personas que han recibido al menos una dosis son de países con alto nivel de ingresos; y siendo más específicos, 49% pertenecen a Europa y América del Norte. Así, se empiezan a encontrar contrastes, como por ejemplo, que los países de ingresos bajos tienen en promedio apenas 1.5% de su población con al menos una dosis.

En nuestra región los contrastes también son grandes, pues mientras Chile tiene al 44% de su población con esquema completo, y Uruguay con 31%, liderando la región. Hay países como Honduras y Guatemala con  menos del 1% de su población con esquemas de vacunación completos.

Esto considerando los países que tienen datos  disponibles. Las dos economías más grandes, México y Brasil, tienen  desempeños similares con 11%. Mientras que en Centro América, El Salvador y Costa Rica llegan a casi 13% de cobertura con esquema completo, superando al país de mayor ingreso per capita de la región, Panamá, que llega a un 9% de población con esquema completo.

Gráfico 1: Relación entre PIB per cápita PPP y porcentaje de población con esquema completo de vacuna COVID-19 en la primera semana de Junio.

Fuente: Cálculos propios con datos del Banco Mundial 2020 y Our World in Data.

Pero además del acceso a un flujo de vacunas constante que puedan tener los países para acelerar la vacunación y que se ha visto ligado al nivel de ingreso de los países, el reto que se ha encontrado es la participación y decisión de las personas para vacunarse.

Así mientras algunos países sufren por falta de vacunas, en otros países como Estados Unidos el problema son las dudas de la población para vacunarse, aún cuando las vacunas sean gratis y disponibles en la mayoría de los centros urbanos, prácticamente en cada farmacia o espacios públicos, con una alta colaboración con el sector privado, incluso con la disponibilidad de decidir la marca de vacuna que uno desea.

Estas dudas de la población en Estados Unidos han desacelerado la vacunación diaria, que pasó de un máximo de 1 dosis por cada 100 personas el 13 de abril a un nivel de 0.29 dosis por cada 100 personas en la primera semana de junio, y no todos los estados están teniendo desempeños iguales; esto pone en riesgo la meta del presidente Biden de tener vacunado al 70% de su población para el 4 de julio.

Usando datos de la iniciativa “Data for Good” de Facebook que junto con las universidades de Maryland y Carnegie Mellon dan seguimiento a estos aspectos a través de una encuesta mundial, se encuentra que en estados como Wyoming, 32% de los encuestados dudan de ponerse la vacuna, en Idaho son 28% los que dudan, mientras que en Nueva Jersey son solo 11%, o en el estado de Washington con 14%.

Así que no es casualidad que tanto Wyoming como Idaho sean de los estados con coberturas de vacunación por debajo del 35% y con mayores rezagos, mientras que en Nueva Jersey los esquemas completos alcanzan al 50.4% de la población, y en el estado de Washington 48.7%, siendo de los  estados que lideran las tasas de vacunación.

De hecho incluso hay 15 estados donde menos de la mitad de la población ha recibido una dosis; y existe el temor de que después del verano resurjan los contagios. Y la distribución de estos estados, la mayoría del sureste, coincide con altos porcentajes de personas que dudan en ponerse la vacuna.

Viendo el comportamiento en Estados Unidos, y sabiendo que muchos de los fenómenos que se han dado en otros países también se han reproducido en nuestra región, ¿qué podemos esperar sobre la participación de las personas en los procesos de vacunación?

La  encuesta  referida nos muestra que para el mes de Mayo, en Guatemala 21% dudaba de ponerse  la vacuna, 22% en Nicaragua, 14 % en Honduras, 13% en El Salvador, 15% en Costa Rica, y 22% en Panamá. Pero al igual que en Estados Unidos hay diferencias dentro de los países, así por ejemplo en Escuintla (Guatemala) el número sube a 27%, en Cortés (Honduras) 17%, en San Salvador (El Salvador) 15%, en León (Nicaragua) 24%, en Guanacaste (Costa Rica) 20%, y en Chiriquí (Panamá) 21% duda sobre vacunarse.

Gráfico 2: Porcentaje de personas que tienen dudas para vacunarse contra el COVID-19.

Fuente: Cálculos propios con datos de Carnegie Mellon University, University of Maryland, y Facebook para el mes de Mayo.

Al preguntarle a las personas sobre las causas para dudar sobre la vacunación, se enumeran 5 razones: 1) el miedo a los posibles efectos secundarios; 2) las dudas sobre la eficacia de la vacuna; 3) la creencia de que no la necesitan; 4) les preocupa el costo de las vacunas; y 5) la vacunación va en contra de sus creencias. La mayoría de estas razones o sesgos cognitivos requerirán de estrategias de comunicación efectivas, de transparencia, credibilidad y confianza, para generar los incentivos correctos que faciliten a los países el llevar la vacunación a la mayor parte de la población y alcanzar un punto cercano  a la inmunidad de rebaño que nos garantice  un regreso a la normalidad antes de la pandemia. ¿pero en la región estamos listos para atender estos retos?

Ya en Costa Rica se han identificado adultos mayores, docentes y otras personas que se niegan a vacunarse, algunas de estas en áreas de salud de Cañas, Bagaces, Santa Cruz, Nandayure, Jicaral, Abangares, Tilarán y Upala, de la provincia de Guanacaste, donde como se veía de acuerdo a los datos de “Data for Good” es una de las zonas del país con mayores dudas para vacunarse.

Conociendo esta información y lo que ha sucedido en Estados Unidos, podemos decir que en la región estamos a tiempo para planificar e implementar mejores campañas contra la desinformación y el miedo, con alianzas público privadas, para incentivar la vacunación, y disminuir el rechazo a la vacuna.

No hay pretextos, hay que empezar a trabajar ya en la estrategia para mitigar ese riesgo; pues no hay espacios para la improvisación si se quiere superar la pandemia.

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