Por Manuel Orozco, politólogo
La pandemia del Covid-19 está generando estragos y consecuencias económicas en todo el mundo. Las proyecciones económicas de crecimiento en la región son de -1.6%, sin embargo, esto variará de acuerdo a cada país. Hay que considerar que el impacto de esta crisis se sentirá más fuerte sobre los inmigrantes que trabajan en Estados Unidos España, y otros países afectados. Entre las grandes consecuencias relacionadas con la migración está la reducción en el envío de remesas, y las consecuencias económicas en los países y hogares receptores afectados directamente.
Las proyecciones económicas ya están alertando sobre una caída de al menos -2% del crecimiento económico en Estados Unidos que causará tres millones de desempleados, de los cuales 18% son migrantes de América Latina y el Caribe, en total 595,000 trabajadores.
La caída de las remesas en este momento va a golpear a muchos países en la región en un momento que el crecimiento económico ya era débil de por si. La CEPAL ya había establecido que las remesas habían contribuido a prevenir que la región entrara en recesión. Sin embargo, ahora la proyección es de un millón de hogares en América Latina y el Caribe que dejarán de recibir remesas de todo el mundo.
Este golpe será mayor en aquellos países con mayor dependencia, como Haití, Honduras, Nicaragua y Venezuela. El caso de Nicaragua es preocupante pues en el 2019 sufrió una caída de -5.3% en la que las remesas fueron el único indicador macroeconómico positivo con un incremento de US$200 millones sosteniendo a mas de 700,000 hogares que estaban lidiando con una crisis económica causada por la crisis soio-política.
Con una caída fuerte de -5% de las remesas en Nicaragua, recibiendo $75 millones menos, y mayor caída del turismo y otros factores económicos, la economía caerá en -2%, a ingresos per cápita de 2012, a $1700 anuales, con el 65% de los nicaragüenses viviendo con menos de US$100 mensuales.
La caída de las remesas se tiene que entender en términos del impacto sobre los hogares. En estos países con una contracción del 5% de hogares que dejen de percibir remesas, y una contracción económica regional del -1.6%, las condiciones de recuperación son difíciles y requieren de intervención pública y privada inmediata.
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