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El camino de la industria robotizada

PRIMERA ENTREGA

El término Industria 4.0 ha llegado para quedarse como una representación de tecnologías innovadoras que están encabezando la informatización en los procesos de producción en todas las industrias a nivel mundial. Esta revolución digital ya ha ganado bastante terreno en las industrias como la europea, por lo que la Comisión Europea ha anunciado que utilizará sus instrumentos políticos, apoyo financiero, coordinación y competencias legislativas, para impulsar más inversiones públicas y privadas en todos los sectores industriales, y crear las condiciones marco para la revolución industrial digital.

Solo en Alemania se espera que los fabricantes hagan una inversión anual de US$150,000 millones para integrar los marcos de la Industria 4.0 en sus operaciones y prácticas comerciales existentes. Pero, ¿en qué punto está la región centroamericana en esta revolución? De acuerdo a Karla Domínguez Zarco, Gerente de Inteligencia Industrial de la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI), el tema aún es nuevo en este país, considerando que la industria manufacturera salvadoreña representa el 16.1% de la producción Nacional y es la que debe entrar a la Cuarta Revolución Industrial.

“Actualmente, El Salvador ocupa la posición 104 de 126 economías en el Índice de Innovación Global, en el que sobresale que el gasto de software, investigación y desarrollo sólo representa el 0.1% del Producto Interno  Bruto (PIB), según datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual”, detalla la profesional.

Esta situación es reforzada por el Foro Económico Mundial, que ha rediseñado su Índice de Competitividad al sumarle el componente de la Industria 4.0, y en el que El Salvador ocupa el puesto 98 entre 140 economías. Para Domínguez, hablar de una Revolución Industrial 4.0 en El Salvador dadas ciertas condiciones que aún persisten.

“Un ejemplo lo vivimos hace dos años cuando se quiso ingresar un vehículo eléctrico para exhibirlo en una feria. El problema surgió cuando el sistema informático de la Aduana no podía registrar el vehículo porque sus componentes son muy diferentes al de un automotor tradicional. Esa fue una lección tanto para nosotros como para las autoridades, en definitiva hay que modernizar estos registros”, explica.

A criterio del costarricense Carlos Buitrago, socio de McKinsey & Company, los países latinoamericanos vienen generando políticas que fomentan la industria 4.0. Ciudades como Medellín, en Colombia, ha acordado crear centros para la revolución industrial, donde se lanzarán, en conjunto con el Foro Económico Mundial y gobiernos locales, iniciativas que fomenten la adopción de estas tecnologías.

De acuerdo con Juan Carlos Márquez, Presidente de la Gremial de Tecnología e Innovación de la Cámara de Industria de Guatemala, las industrias centroamericanas están avanzando en materia de la implementación de la tecnología en sus procesos; sin embargo, “si nos comparamos con Norteamérica, con países como México y Estados Unidos, existe una brecha que se tiene que cerrar”, dice.

Según Márquez, el sector industrial guatemalteco en general, se ha enfocado en los esfuerzos a acortar dicha brecha, especialmente en las áreas administrativas y de marketing. Sin embargo, muchas empresas siguen con los esquemas tradicionales, lo cual es una oportunidad para generar estos cambios en la industria y adoptar las nuevas tendencias a nivel mundial.

“Lo que hace falta es que los directores tomen más conciencia que esos cambios en su cadena de producción les puede generar beneficios. Es el tema de ver la tecnología más como una inversión y no como un gasto. Creo que el mismo peso de las tendencias va a ir enfocándolos a eso”, agrega el directivo, quien detalla que en el país, la mayoría de industrias está invirtiendo en tecnología relacionada con la la gestión de bodegas, automatización del área logística, así como herramientas de inteligencia de negocios para obtener indicadores de gestión con los que aumentó un 7%, a 21,404 unidades, un nuevo récord histórico, en comparación con las 20,074 unidades del 2016.

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