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Del IQ al AQ: tomando las riendas ante el cambio


Por: Gabriela Montalto

Hoy día, los líderes necesitan un acercamiento holístico cuando diseñan el futuro del trabajo en su empresa, ya que deben afrontar un mundo VICA: volátil, incierto, complejo y ambiguo. Y para eso requieren las habilidades de adaptabilidad, flexibilidad y agilidad.

Estos tres conceptos, muy similares, tienen que ver con la capacidad de reacción de una persona en términos de velocidad, calidad, eficiencia en gasto de energía y mayor enfoque ante los cambios del entorno.

Es por eso que hoy se habla de que tener un alto coeficiente intelectual IQ no es suficiente y que se requiere también tener un muy desarrollado EQ (coeficiente emocional) y un  AQ (coeficiente de adaptabilidad).

Un estudio del 2019 realizado por IBM y su Institute Business Value,  indicó que, en el 2023, 120 millones de personas en las 12 economías más grandes del mundo podrán necesitar nuevas habilidades debido a la automatización y una de esas es la AQ.

Natalie Fratto, vicepresidenta de Goldman Sachs en Nueva York, se interesó en el AQ cuando estaba invirtiendo en start-ups tecnológicas. Ella indica que el IQ es lo mínimo que una persona necesita para conseguir trabajo, pero que el AQ determinará qué tanto éxito tendrá con el tiempo”. Hay una charla muy interesante sobre este tema en TED Talks.

El AQ es la capacidad de resolver lo que es relevante, desaprender el conocimiento obsoleto, superar los desafíos y hacer un esfuerzo consciente para cambiar.  Este coeficiente implica que la persona debe tener altas dosis de flexibilidad, curiosidad, coraje, resistencia y habilidades para resolver problemas. Todas pertenecen al liderazgo resiliente.

Vamos a ver un ejemplo para que quede más claro pensando en un profesional en alguna rama de la ingeniería: su coeficiente intelectual le ayudará a pasar los exámenes para calificar, su coeficiente emocional le ayudará a conectarse con el entrevistador, conseguir un trabajo y desarrollar relaciones con clientes y colegas. Después, cuando los sistemas cambien y muchos procesos se automaticen, necesitará su coeficiente de adaptabilidad para acomodar esta innovación y adaptarse a nuevas formas de desempeñar su labor y seguir siendo relevante.

Un líder actual debe tener los tres coeficientes ya que son complementarios, todos le ayudan a resolver problemas y, por lo tanto, a adaptarse. La rigidez de pensamiento, de acción y de aceptación del cambio, tendrá una labor difícil en las nuevas condiciones del mundo.

Grandes empresas consultoras de negocios ya han comenzado a utilizar evaluaciones en sus procesos de reclutamiento, sobre qué tan bien se adaptan los prospectos a los posibles desafíos laborales, como por ejemplo, conformar un equipo deportivo entre sus colegas, el cómo desempeñarse en otros puestos o funciones, en otras industrias e inclusive en otras geografías. Una persona que logra pasar estas evaluaciones satisfactoriamente, es considerada un candidato ágil, que aprende rápido y, por lo tanto, con buen AQ.

La curiosidad por entender las posibilidades del futuro es una característica importante de las personas con alto AQ. Preguntarse constantemente el famoso “what if”. Qué pasaría si…. Esto es indicativo de que pueden desaprender las normas, desafiar al status quo y disfrutar explorando nuevas experiencias, que les permite innovar.

Lo bueno del AQ es que, aunque no puede medirse, los expertos dicen que puedes trabajar para desarrollarlo.  Otto Scharmer, profesor titular de la MIT Sloan School of Management, quien ha escrito libros sobre el aprendizaje del futuro emergente, sugiere otros métodos. En una de sus charlas TED, recomienda estar abierto a nuevas posibilidades, a tratar de ver una situación a través de los ojos de otra persona y reducir el ego para sentirse cómodo con lo desconocido.

Para ir cerrando, transmito una anécdota de los años 60 cuando Tom Watson era el presidente de IBM. Un día se enteró que uno de sus ejecutivos había cometido un error que le había costado a la empresa US$ 600.000. Watson le preguntó al ejecutivo: “¿Sabe por qué lo he llamado a mi oficina?” “Supongo que me va a despedir”, dijo el ejecutivo con una voz de decepción. “¡¿Despedirlo a usted?!” preguntó Watson. “No, definitivamente no lo voy a despedir. Yo acabo de invertir US$ 600.000 en su educación. Me aseguraré que un hombre con tanta experiencia como la suya siga trabajando para nuestra empresa.”

Ojalá todos tuviéramos la mentalidad del Sr. Watson (y por supuesto también poder asumir (US$600,000 de pérdidas). Cada uno de nosotros comete errores diariamente. La pregunta es si nos sentimos derrotados o fortalecidos porque acabamos de aprender algo valioso y nos podemos adaptar a ese nuevo conocimiento-experiencia. Todas las personas de éxito han sido grandes estudiantes de sus errores y han mostrado adaptabilidad en sus nuevas situaciones. Michael Jordan una vez dijo: “He fallado más de 9.000 lanzamientos en mi carrera. He perdido más de 300 juegos. 26 veces me han confiado hacer el lanzamiento ganador… y fallé. He fracasado una y otra vez en mi vida. Y por eso soy exitoso.” Esto es adaptarse a los reveses de una carrera, flexibilizándose ante los cambios y adaptando nuevas actitudes. ¡Ser resiliente!

Es por eso que los líderes con mayor éxito personal y profesional son aquellos que eligen hacer cosas que los algoritmos no pueden hacer.

Le deseo un excelente AQ.

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