Por: Eric Garro
El siglo XX fue la época en la que las empresas controlaban la información y, por ende, tenían el poder. Sin embargo, atrás quedaron las épocas en las que el consumidor tenía que adaptarse a las ofertas de las compañías. A finales del siglo XX e inicios del siglo XXI, un invento revolucionó la jerarquía de los modelos económicos y cambió la forma en que las empresas manejan sus negocios: internet.
Todas las facilidades con las que contamos los humanos gracias a la tecnología y al uso de nuestros smartphones se podría reducir a una sola frase: la democratización de la información. Si el siglo XX fue el momento en la historia en el que pocas compañías controlaban diferentes industrias, el año 2000 marcó el inicio de una época en el que la información es accesible para todos y cada uno de nosotros, y se encuentra a un click de distancia.
El mayor cambio que afrontan las organizaciones que construyeron sus imperios durante el siglo pasado, e incluso antes, es entender el hecho de que el poder dejó de ser exclusivamente de ellos. En su reportaje “Retos del Siglo XXI: ¿Cómo adaptar una empresa al Siglo XXI?”, el escritor Rodolfo Caprintier rememora la célebre frase dicha por Thomas John Watson, CEO de IBM durante la década de los cuarenta y quien en su tiempo afirmó que “el mundo tiene capacidad para media docena de computadoras”. Aunque hoy algunas casas tienen más computadoras que las que en su momento vaticinó el empresario, lo cierto es que hace menos de cien años la percepción de una computadora individual era descabellada. El empoderamiento del individuo es básico para una empresa que quiera sobrevivir la nueva era digital.
Gracias a Internet, la trazabilidad de los patrones de comportamiento de los usuarios se ha convertido en una nueva industria en la que las empresas invierten cada vez más dinero. El análisis de información se ha convertido en una mina de oro, al punto que muchas empresas dan sus servicios de forma “gratuita” a cambio de acceso a esa información. Ese es, precisamente, el otro gran punto que las organizaciones deben entender si desean adaptarse exitosamente a los nuevos modelos de negocio. La democratización de información ha provocado que todos tengamos acceso a ella, y como hay más oferta que demanda, mucha de la información que consumimos es gratuita. ¿Cómo monetizar algo cuando la gente lo encuentra gratis en otro lado? Empresas como Facebook han entendido que el servicio en sí ya dejó de ser negocio, y que la nueva tendencia es analizar y entender el comportamiento del usuario mientras usa el servicio en cuestión. El análisis de datos es, sin lugar a duda, la piedra angular de las compañías exitosas del siglo XXI.
Por último, la automatización dejó de ser una promesa para convertirse en realidad. Vivimos en tiempos de incertidumbre, donde no sabemos si las máquinas y robots desplazarán a los humanos, si es que no lo están haciendo ya. Aunque el lado ético de estas prácticas se presta para todo un debate y estudio, lo cierto es que, desde el punto de vista de rentabilidad, la automatización poco a poco se empieza a imponer como una necesidad. La inteligencia artificial avanza a pasos agigantados. Cada día, esta tendencia se vuelve más accesible, y su fenómeno podría compararse con el de las computadoras. Aumentar la capacidad de producción mientras se reduce el margen de error es el sueño de cualquier empresa, y gracias a la inteligencia artificial esto hoy es una realidad.
Si bien es cierto las empresas creadas en el siglo XXI nacieron en medio de la disrupción tecnológica, utilizando todos estos recursos disponibles desde el día uno, para las empresas del siglo XX el cambio ha sido lento y difícil de adoptar. Aún así, en épocas en las que el usuario tiene la última palabra, adaptarse a las nuevas tendencias dejó de convertirse en opción para volverse necesidad.
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