Las condiciones en América Latina y el Caribe en 2025 están marcadas por incertidumbre económica y política, producto de los cambios en las relaciones internacionales, el impacto de conflictos armados, el aumento de la criminalidad y la presión sobre las finanzas públicas.
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(M&T)-. Sin embargo, en medio de este escenario desafiante, la región también cuenta con grandes oportunidades para fortalecer su crecimiento y desarrollo, si logra capitalizar las ventajas en sectores estratégicos.
En particular, la economía verde, la transformación digital, las reformas fiscales y estructurales emergen como áreas clave para impulsar el progreso. Aprovechar estos pilares permitirá a los países enfrentar los retos y mejorar la calidad de vida de su población en un entorno cada vez más competitivo.
Transformación energética y crecimiento sostenible
El potencial de América Latina en el ámbito de las energías renovables es indiscutible. Con una de las redes eléctricas más limpias del mundo, la región posee una ventaja comparativa en la producción de energía solar, eólica y geotérmica. Además, la riqueza en litio y cobre, fundamentales para la fabricación de vehículos eléctricos y otras tecnologías de bajas emisiones, le otorga un papel clave en la transición energética global.
Otra gran apuesta es el hidrógeno verde, con aplicaciones en industrias difíciles de electrificar como la producción de acero y fertilizantes. Sin embargo, convertir este potencial en inversión real requiere políticas de incentivos, fortalecimiento institucional y una mayor coordinación entre los sectores público y privado.
Digitalización e inclusión tecnológica
El crecimiento de la economía digital en la región ha sido notable en los últimos años. Países como Argentina, Colombia y México han apostado por la capacitación tecnológica, lo que ha impulsado el surgimiento de unicornios tecnológicos y ha dinamizado el mercado laboral digital. Entre 2018 y 2021, el número de estas empresas se cuadruplicó, y la tendencia sigue en alza.
El gran reto ahora es garantizar el acceso universal a internet de alta velocidad, ya que la conectividad sigue siendo un obstáculo para muchas comunidades. Cerrar esta brecha digital no solo mejoraría las oportunidades de empleo, sino que también fortalecería la adopción de inteligencia artificial y tecnologías emergentes en toda la región.
Reformas fiscales para un crecimiento más equitativo
El déficit fiscal y el alto endeudamiento representan desafíos urgentes para la estabilidad económica de los países latinoamericanos. Reformar los sistemas tributarios puede ayudar a equilibrar las finanzas públicas sin frenar el crecimiento.
Una medida efectiva sería la optimización del impuesto a la propiedad, que representa solo el 2 % de los ingresos tributarios en la región, muy por debajo del promedio mundial, pese a que el 80 % de la riqueza está en bienes raíces. La digitalización del catastro y el uso de plataformas tecnológicas permitirían mejorar la recaudación y distribución de estos impuestos, generando recursos para inversiones clave en infraestructura y servicios públicos.
Reformas estructurales para fomentar la competencia
Impulsar la competitividad empresarial es esencial para el desarrollo económico sostenible. Actualmente, en muchos países de la región, los consumidores pagan precios elevados por bienes y servicios de menor calidad, lo que afecta tanto el poder adquisitivo como la equidad económica.
La apertura a una mayor competencia en sectores estratégicos podría dinamizar la productividad y permitir que más empresas ingresen al mercado internacional. No obstante, este proceso debe ir acompañado de políticas de innovación, educación y desarrollo de habilidades, que garanticen una transición equilibrada y sostenible para las empresas y los trabajadores.
Un futuro con más oportunidades
Si bien los desafíos de 2025 son considerables, América Latina y el Caribe cuentan con ventanas de oportunidad en sectores clave para transformar sus economías. La sostenibilidad, la digitalización, las reformas fiscales y el fortalecimiento de la competitividad son los pilares sobre los que la región puede construir un crecimiento más sólido e inclusivo.
La clave estará en tomar acciones estratégicas hoy para garantizar un mejor futuro para sus habitantes. En lugar de enfocarse solo en las crisis, los países deben potenciar sus ventajas y trabajar en soluciones innovadoras que les permitan prosperar en un mundo en constante cambio.
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