Cuando la energía falla, también lo hace la economía: Europa y las lecciones para América Latina
- Walter Rivera
- hace 3 horas
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Un apagón no es solo un corte de luz. Es también una detención abrupta de fábricas, hospitales, comercios, transporte y comunicaciones.

(M&T)-. El reciente apagón masivo que afectó a varios países de Europa no solo oscureció ciudades, sino que puso en evidencia cuán vulnerable puede ser una economía entera cuando su infraestructura energética falla.
Aunque la mayoría de los servicios se restablecieron en pocas horas, los efectos inmediatos fueron notorios (pérdida de productividad, afectaciones logísticas, interrupciones en servicios esenciales y trastornos en la movilidad). Este evento confirma que, en una economía cada vez más digitalizada, la energía no es solo un insumo: es la columna vertebral de toda actividad productiva.
En América Latina, la lección es clara. Nuestra región también enfrenta desafíos estructurales en materia de infraestructura energética (redes envejecidas, alta concentración de fuentes y vulnerabilidad ante eventos extremos). Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), más del 30% de la infraestructura eléctrica en América Latina tiene más de tres décadas de antigüedad, lo que aumenta el riesgo de fallos operativos y sobrecargas.
El costo de un apagón va más allá de la pérdida inmediata de energía. Afecta el comercio, la industria, los servicios financieros, el turismo y la conectividad (sectores que, en conjunto, representan una parte crucial del PIB regional). En un mundo donde el tiempo de inactividad puede significar millones de dólares en pérdidas, la resiliencia energética es un activo estratégico.
Frente a este escenario, la experiencia europea deja tres lecciones esenciales para América Latina:
Invertir en infraestructura crítica (redes inteligentes, sistemas de respaldo y diversificación energética)
Desarrollar planes de respuesta y continuidad operativa
Fortalecer los marcos regulatorios que impulsen inversión y modernización del sistema eléctrico
La transformación energética debe entenderse no solo como una necesidad ambiental, sino también como una prioridad económica. Porque cuando la energía falla, la economía también se apaga. En el contexto actual de incertidumbre global, construir sistemas energéticos resilientes ya no es una opción, es una condición para el crecimiento sostenible.
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