Hace 5 años, Costa Rica vivió un momento sin precedentes. La emergencia sanitaria mundial por la Covid-19 no solo afectó la salud de la población, sino que también golpeó de manera contundente la economía.


Por: Rafael Saurez
Presidente Cámara Costarricense de Pymes
(M&T)-. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), un alarmante 90.3% del sector empresarial resultó afectado. En medio de esta crisis, miles de emprendedores y dueños de pequeñas empresas se vieron obligados a asumir deudas para mantener sus negocios a flote. Hoy, esas deudas siguen siendo una pesada losa que limita la recuperación económica del país.
El impacto de esta crisis es particularmente preocupante cuando observamos la importancia de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes) en Costa Rica. De acuerdo con la Cámara de Comercio de Costa Rica (CCCR), las Pymes generan aproximadamente el 47% del empleo nacional, aportando un 37.5% del Producto Interno Bruto (PIB). Las microempresas, según la Encuesta Nacional de Microempresas de los Hogares (ENAMEH), representan el 26.5% de la población ocupada.
En otras palabras, las Mipymes son el motor productivo del país, esenciales para la creación de empleos, el desarrollo de la innovación y la cohesión de nuestras comunidades.
Sin embargo, tras la pandemia, muchas de estas empresas todavía luchan por sobrevivir. Las deudas adquiridas en un momento de emergencia se han convertido en una carga insostenible para miles de emprendedores, poniendo en peligro no solo la estabilidad de sus negocios, sino también el sustento de las familias que dependen de ellos. A pesar de las promesas iniciales de apoyo, las acciones políticas y económicas concretas han sido insuficientes para aliviar esta problemática.
Es urgente implementar medidas que den un verdadero respiro a las Pymes. Algunos de los pasos necesarios incluyen programas integrales de reestructuración de deudas, acceso a financiamiento con condiciones favorables y un sólido acompañamiento técnico que permita a los empresarios fortalecer la gestión de sus negocios. Además, es imperativo fomentar un entorno que favorezca la innovación y la adaptabilidad, para que las Mipymes puedan responder a los retos de una economía globalizada y en constante transformación.
El panorama actual requiere una reflexión profunda por parte de las autoridades y los sectores involucrados. No podemos permitirnos perder a las Mipymes, ya que su colapso significaría un golpe devastador para la economía y el tejido social de Costa Rica. Este es un llamado a la acción. Es momento de priorizar políticas públicas efectivas que fortalezcan este sector y promuevan la reactivación económica del país.
En esta lucha, no solo está en juego el futuro de las Mipymes, sino también la estabilidad de miles de familias costarricenses. El esfuerzo conjunto entre gobierno, sector privado y sociedad civil será clave para asegurar que estas empresas no solo sobrevivan, sino que también prosperen. La espera debe terminar. Las Pymes necesitan respuestas y soluciones inmediatas para reconstruir, innovar y seguir siendo el corazón de Costa Rica.
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