Diferentes estudios establecen que la gran internacionalización de la banca colombiana comenzó en la primera década de este siglo. De acuerdo con datos del Banco de la República, entidad estatal, en esta primera etapa (2006-2012), las instituciones financieras del país pasaron de tener 29 empresas subordinadas en el exterior a tener 163.
Las inversiones en este periodo han superado los US$8.200 millones y algunos de los grandes protagonistas fueron entidades bancarias como Bancolombia, Banco de Bogotá y Davivienda.
De acuerdo a un reporte del Consejo Monetario Centroamericano, el 35,7% de los bancos transnacionales de la región pertenece o tiene participación mayoritaria de conglomerados de Colombia, superando a las entidades locales y a los antiguos grandes inversores como Estados Unidos y Canadá.
De hecho, en El Salvador alrededor del 50% del rubro financiero es controlado por colombianos. El Banco de Bogotá, por ejemplo, destaca que el 42,1% de su utilidad neta proviene de sus operaciones en seis países centroamericanos.
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La entidad, que es parte del poderoso Grupo Aval, cuenta con casi 700 oficinas en esa región y resalta que posee el 12% de las utilidades que generan los mercados de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá.
El grupo Bancolombia, por su parte, resalta que tiene el 14% de la cartera de Panamá y el 6% en El Salvador y Guatemala. El consorcio, a través de sus filiales, reporta más de 1.000 oficinas en territorio centroamericano.
¿Cuál es el éxito?
Bajas barreras impositivas de ingreso, legislación flexible para el inversionista, cercanía geográfica, similitudes culturales y de idioma, además de debilidades de los competidores regionales, son algunos de los factores que el Consejo Monetario Centroamericano apunta para explicar el éxito de las inversiones colombianas.
La banca de ese país, señalan los expertos, aprovechó la coyuntura de la crisis financiera global de 2008 y la posterior dinamización de la economía centroamericana. Sin embargo, todos estos elementos favorables no significan que los capitales de estos conglomerados estén libres de cualquier riesgo.
Más cuando países como El Salvador o Nicaragua presentan niveles muy elevados de endeudamiento y son considerados de riesgo elevado en el pago de su deuda fiscal.
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