Por: Alejandra Samayoa Editora en jefe de M&T
(M&T)-. Según el informe presentado por el Banco Interamericano de Desarrollo BID, la confianza es un estado fundamental para las economías latinoamericanas, ya que se ha demostrado que los países que más crean confianza han desarrollado medidas económicas eficientes, como acceso a financiamientos, procesos más rápidos, acceso a inscripción de empresas y menor comercio informal, que aquellos países en los que se ha desarrollado menos confianza.
Este comparativo fue determinado en varios puntos, como la confianza empresarial, confianza en los Estados, comercios, ciudadanía, procesos, políticas y medidas internas, lo que arrojó un interesante resultado al determinar que la inversión extranjera también depende mucho de la “percepción de confianza” que crea la misma sociedad.
Otro dato relevante es que, según el estudio, nueve de cada diez personas desconfía del prójimo, lo que indica que que los niveles de confianza equivalen a una cuarta parte de niveles de países desarrollados que integran la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico OCDE.
“Promover la confianza mediante una mayor transparencia e instituciones más sólidas debería ser una prioridad en la agenda política de América Latina y el Caribe. Colocar la confianza en el centro de la toma de decisiones gubernamentales reavivaría significativamente el desarrollo en la región”, dijo el presidente del BID, Mauricio Claver-Carone.
Quién añadió que “mayor confianza significa menos burocracia que daña a los negocios, a las inversiones y a la innovación. Significa gobiernos más transparentes, comprometidos en cumplir sus promesas y a rendir cuentas. Y, por último, también implica ciudadanos comprometidos que den voz a sus opiniones y participen activamente para realzar las democracias y apoyar la construcción de sociedades más inclusivas”.
Según señalaba el comunicado, los países con mayor confianza tienden a gozar de mayores niveles de productividad, mientras que aquellos donde los índices de confianza son bajos, poseen una economía informal más grande en relación con su PIB.
Además, el informe arrojó que los mayores niveles de confianza se asocian con lo siguiente:
Democracias más robustas
Más emprendedores e innovación
Mayor crecimiento de empresas y contratación de más empleados
Más firmas productivas en cadenas globales de suministro
Mayor recaudación impositiva
Mayor inclusión financiera
Menos regulaciones y menos obstáculos para nuevas empresas; más competencia
Más apoyo a políticas efectivas para combatir el crimen
Mayor disposición a apoyar medidas para combatir el cambio climático
Más demanda de bienes públicos, como educación de calidad
Mayor interés en participar de esfuerzos colectivos
Mientras, las que las que se asocian con menores niveles de confianza son:
Democracias más frágiles
Menor innovación y toma de riesgos
Ingresos fiscales reducidos
Mayor informalidad laboral
Ineficiencias en los mercados financieros
Más, y más onerosas, regulaciones
Políticas contra el crimen más rigurosas pero menos efectivas
Menor apertura a hacer sacrificios relacionados con el cambio climático
Menor demanda de bienes públicos e inversiones
Menor disposición a participar en esfuerzos colectivos
Confianza en los gobiernos es una puerta a la inversión empresarial
El informe refleja que uno de los sectores más afectados por la desconfianza es el papel del Estado y cómo se percibe para el empresariado. En este sentido, afirma que al tener menos confianza en los procesos burocráticos, dejar menos información al público y generar más aislamiento público hace que aumente la desconfianza, haciendo menos políticas públicas o procesos públicos que no ayudan a la creación y fomento empresarial.
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Estos dos detalles van de la mano al ser un componente sinérgico, por un lado, al no hacer mejor política pública las empresas no se asientan, es decir, al no generar un ambiente propicio no se crean, mantienen o crecen al no sentirse “cómodos” o “seguros” en el territorio.
“A menudo damos por sentada la confianza en el debate actual sobre políticas económicas, por considerar que las raíces de este problema son de naturaleza estructural”, dijo Susana Cordeiro Guerra, gerente del Sector Instituciones para el Desarrollo del BID. “Sin embargo, los gobiernos cuentan con poderosas herramientas para revertir esto. Fortalecer las instituciones del sector público, eliminar regulaciones de aplicación arbitraria y poner más información a su disposición, empoderará a los ciudadanos y firmas para disuadir y detectar conductas poco fiables, aumentando su confianza en el sistema” afirmó.
Otros detalles sobre este tema fueron que:
La transparencia de las elecciones, instituciones de los partidos políticos, participación ciudadana y corrupción, entre otros factores de gobernanza democrática, resultan esenciales para incrementar la confianza.
Abordar los desafíos de confianza es fundamental para poder enfrentar complejos desafíos, como el cambio climático.
Los gobiernos y los medios pueden brindar información de modo tal que favorezca las reformas pro-crecimiento necesarias, disminuya la evasión impositiva e incentive la prevención del crimen, entre otras.
Reforzar los incentivos dentro del sector público para mejorar el bienestar ciudadano es clave para que los gobiernos sean capaces de cumplir sus promesas, lo que impulsaría su credibilidad frente a los ciudadanos.
La falta de confianza ralentiza la digitalización, en parte porque los ciudadanos temen por la ciberseguridad. De mejorarse la ciberseguridad, la región podría avanzar más rápidamente hacia la transformación digital tanto del sector público como del privado.
También se publicó una tabla sobre la confianza de la población por países:
La institución también concluye que este 2022 podría ser determinante para algunos países, ya que se encuentran en cambio de autoridades, cambio de políticas públicas o autorización de inversión extranjera, esto en camino de una “normalidad” empresarial, financiera y económica que comenzó a partir del año pasado con la adaptabilidad de la situación por la pandemia.
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