Al reflexionar sobre la evolución de la gestión empresarial en el último año, surge la pregunta fundamental de cómo ha cambiado de manera significativa y quizás radical la forma en que las pymes se adaptan a los cambios contextuales y globales.
Por: Wady Johel Cerdas Tenorio
PhD. Ciencias Empresariales, IMBA-MBA, Ingeniero Industrial, Licenciado en Derecho, Profesor Universitario. Conferencista Internacional.
Asesor, Consultor y Director Asociado y Conductor de Tips Empresariales (La Potente Radio TV).
(M&T)-. ¿Cómo pueden estas empresas valorar y potenciar el talento individual, equilibrar el impulso de acción con las limitaciones estructurales, y aprovechar las oportunidades emergentes de manera ágil y estratégica? Este cuestionamiento nos lleva a considerar la importancia de ciertos pensamientos clave que impactan la forma en que se percibe el liderazgo moderno y que deben tenerse en cuenta en la contratación y desarrollo de futuros líderes en las pequeñas y medianas empresas (PYMEs).
El primer punto clave es la coexistencia de contextos y falta de contexto en la gestión empresarial. Cada día experimentamos la diversidad de prácticas en diferentes organizaciones, regiones, culturas, sectores y mercados, lo que nos obliga a considerar estos factores contextuales en nuestras decisiones y acciones.
Sin embargo, también reconocemos que ciertos desarrollos económicos y sociales, como la globalización y la digitalización, tienen un impacto que trasciende las diferencias de contextos locales. Esto nos lleva a la necesidad de pensar y actuar tanto en función de los contextos específicos como de las tendencias globales, anticipando y adaptándonos a los cambios superiores.
El segundo punto resalta la importancia de una valoración centrada en las personas en la gestión empresarial. Reconocer que cada individuo, ya sea líder o empleado, es un impulsor clave del cambio y la acción dentro de la organización. Esto implica confiar en el potencial de las personas para generar soluciones efectivas en respuesta a los desafíos actuales, en lugar de depender exclusivamente de estrategias y estructuras organizativas abstractas.
La coexistencia del impulso de acción y la determinación previa nos recuerda que si bien los individuos pueden impulsar el cambio, también están limitados por factores contextuales y estructurales. Esta dualidad destaca la importancia de encontrar un equilibrio entre la audacia en la acción y la aceptación de las limitaciones del entorno empresarial.
Por último, el enfoque en la casualidad empresarial sobre la racionalidad estratégica resalta la importancia de la flexibilidad y la capacidad de respuesta ante las oportunidades y desafíos imprevistos. La gestión empresarial exitosa implica ser capaz de identificar y aprovechar las oportunidades de manera rápida y eficaz, en lugar de seguir un enfoque estrictamente planificado y lineal.
Por tanto, la gestión empresarial actual requiere considerar la coexistencia de contextos y valorar a las personas como impulsores del cambio. En las PYMEs, la adaptabilidad y agilidad son clave en un entorno empresarial complejo y cambiante. Encontrar un equilibrio entre el impulso de acción y las limitaciones estructurales, y estar preparado para responder de manera flexible a desafíos inesperados, son elementos cruciales. Estas capacidades permiten a las PYMEs mantenerse competitivas y aprovechar las oportunidades del mercado en evolución.
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